PLUMA INVITADA

195 aniversario de independencia

César Augusto Sagastume

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A un año de la manifestación democrática contra la corrupción que sirvió de ejemplo a Latinoamérica y al mundo, seguimos igual o peor para lanzar el grito de independencia y ser congruentes con la vida democrática de Guatemala y con la Carta Magna.

Este documento nos demanda “un Estado libre, independiente y soberano, organizado para garantizar a sus habitantes el goce de sus derechos y de sus libertades. Su sistema de gobierno es republicano, democrático y representativo”. Limita la subordinación entre los tres poderes, enfatizando que debe merecerse el respeto de la independencia de estos en el marco de un gobierno republicano.

Atendiendo a esta norma constitucional, los tres poderes quieren hacer creer al pueblo el cumplimiento de ese mandato, pero en la realidad hay fuerzas externas que los manipulan para que actúen de manera antiética, antidemocrática, apátrida y salpicada de maldad, para mantener a los ciudadanos hundidos en la ignorancia, en la pobreza, silenciados y oprimidos para disfrutar de los recursos que pertenecen al pueblo.

Actualmente los tres poderes están involucrados en problemas mayúsculos que rayan con la corrupción y falta de acciones concretas, para ir minimizando la dinámica de una espiral que puede convertirse en un sinfín de problemas sin solución, que no permite ver nacer a la nueva Guatemala que deseamos y que nos ufanamos tener después de 195 años de independencia.

A la fecha, el poder Judicial ha sido incapaz de condenar a los funcionarios que el MP y la Cicig han señalado de formar organizaciones criminales, haciendo un trabajo que merece respeto y que deja ver que ese poder es impotente para sancionar de manera enérgica a los que violan la ley. Un año después se ve la debilidad para agilizar la aplicación de la ley al máximo, con la exigencia de devolver los millardos de quetzales desfalcados, teniendo pendiente limpiar la faz de nuestra nación, como dice el canto patrio. Sin dejar de mencionar la corruptela que invade la aplicación de la ley en las instancias municipales y departamentales.

El poder Ejecutivo tiene la debilidad de no contar con políticas y estrategias para resolver los problemas serios que afronta el país, como la falta de atención en los hospitales, medicinas, personal especializado y otros; la baja calidad de educación, falta de nombramientos de maestros, edificios escolares en mal estado, falta de mobiliario, refacción escolar y otros insumos; estructura vial semidestruida, descuido ambiental, violencia, falta de seguridad ciudadana, un sistema penitenciario contaminado colapsado y la corrupción que corroe a entidades descentralizadas como la Usac, CDAG y el IGSS, por mencionar algunas.

El Legislativo, que alberga a mucho recurso humano, sin ser productivo en las funciones que le corresponden, con representantes de los pueblos cometiendo atrocidades legales, como queriendo burlarse de las leyes que ellos mismos aprueban y acorralados por las plazas fantasma y el mal proceder de los sindicatos.

Si los tres poderes del Estado tienen múltiples problemas que no resuelven, la pregunta es: ¿qué hacer para que esto cambie? Las posibles soluciones podrían avizorar un renacer del enfrentamiento armado con tinte de revolución, el resurgimiento del fantasma de los golpes de Estado por “dignos ciudadanos”, un cambio pacífico mediante análisis concienzudo, técnico y científico de este sistema de gobierno; un cambio total de la actual grey de políticos, una intervención extranjera para corregir la plana. ¡Uy¡

checharin.sagas@yahoo.com

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