Acerca de armas y las libertades
y también una vez más los comentarios irracionales de políticos republicanos y de personas fanáticas de las armas, para quienes los maestros debieron estar armados en las clases para poder defenderse en caso de ataque.
CONCUERDO CON Jorge Ramos, un periodista mexicano radicado en Estados Unidos, quien en su columna de esta semana afirma: a) no hay necesidad de ser brujo para predecir una nueva masacre; b) estas tragedias se deben a la venta indiscriminada de toda clase de armas; c) el Congreso y el Senado temen a la Asociación Nacional del Rifle, defensora de la libertad incondicional de los estadounidenses para tener cualquier tipo de armas en su casa, aunque éstas sean rifles de asalto utilizados por fuerzas militares especiales de cualquier país. Las millonarias campañas de la ANR acabarían con la carrera de estos políticos. Según Ramos: los cazadores no salen “en busca de venados con rifles que disparan ráfagas de balas al tocar sólo una vez el gatillo”.
ESTAS MASACRES SIEMPRE me recuerdan una experiencia personal. En 1971 hice un recorrido con periodistas de otros trece países por numerosas estados de la Unión Americana. En Mississipi llegamos a una población mínima, en cuya calle principal había un rótulo con letras de un metro de alto: “Guns”. En la vitrina estaba el mayor muestrario de rifles, pistolas y escuadras vistos por mis ojos hasta entonces. Entré y pregunté por uno, enorme. “Con este usted puede matar a un elefante de un solo disparo”, me dijo el dueño, mientras me mostraba un rifle con un cañón de una pulgada o más. “¿Qué necesito para comprarlo?, le dije, pensando en permisos y demás. Se me quedó viendo y me dijo, simplemente: “Dinero, por supuesto”.
AÑOS DESPUÉS NECESItaba con urgencia una medicina en Los Ángeles. Traté de comprarla en la farmacia, sin éxito, pese a haber explicado mi dolencia. Nada. Necesitaba receta. Eso tiene un significado muy claro: un perturbado puede comprar un rifle de asalto, pero un paciente no una medicina. Esta lógica no la encuentro por ninguna parte. En el caso de la matanza de Connecticut, la madre del asesino y la primera víctima de su locura, además de maestra de primaria era aficionada a las armas y tenía varias de ellas en casa. El principal problema, claro, no son las armas, sino la libertad irrestricta de comprarlas, en una interpretación aberrante de cómo debe interpretarse ser libre y tener derecho a adquirir armas para la protección propia.
TAMBIÉN COINCIDO CON Jorge Ramos en su pesimismo. Nada se hará, dice él. Y es cierto. Casos similares en otros países son muy poco comunes, como el del asesino de Noruega y otro en Alemania. Pero en Estados Unidos las muertes a balazos de estudiantes en escuelas tienen una periodicidad inquietante. Todos saben cómo arreglar o disminuir el problema, pero no se atreven. Ha habido casos de tipos residentes cerca de la frontera con México, descubiertos cuando se agrupaban para disparar a inmigrantes indocumentados, como si fueran animales. A mi juicio, las emocionadas lágrimas del presidente Obama también tuvieron como causa saberse impotente para impedir estas matanzas, a pesar de ser talvez el hombre más poderoso del planeta.