CATALEJO

Al respecto de subir impuestos

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A NADIE LE GUSTA PAGAR impuestos. Es una verdad irrefutable e histórica. La evasión de impuestos ocurre desde el principio de los tiempos, pero la idea de pagarlos ha llegado a nuestros días porque a la mayoría de personas a lo largo de los siglos le queda clara la evidente necesidad de recolectar dinero de los ciudadanos como única forma de permitirle al Estado ejercer de manera correcta sus funciones. En el mundo actual, los países más desarrollados del mundo son aquellos donde la carga tributaria es alta, a veces en porcentajes elevadísimos, pero a esa característica se une la del manejo adecuado —no perfecto, por supuesto— de los fondos gracias a los cuales en esas sociedades las condiciones de vida ciudadana son mejores o mucho mejores.

EN EL CASO DE Guatemala, hay dos causas para la baja tributación, menor a la de países latinoamericanos y no digamos a los europeos, por mencionar dos ejemplos. Una es la corrupción, cuyos niveles han llegado, sobre todo en los últimos gobiernos, a extremos absolutamente absurdos, inaceptables e indignantes. Crear más impuestos cuando el pueblo tiene la absoluta certeza —por las groseras evidencias a la vista de todos— de que no serán bien utilizados es una receta para el fracaso y un efecto contraproducente, porque convierte a la evasión en algo más atractivo, efectivo y fácil, pues a este aumento debe sumarse la complejidad de los trámites. Por esa causa es mejor un impuesto menor, pero cobrado a una amplia base tributaria, a uno alto pero pagado por unos pocos.

LA OTRA CAUSA ES EL efecto de haber reducido al simplismo conceptual las ideas de desterrar el sentido de respeto a la comunidad, porque el concepto de la importancia del individuo ha sido llevado casi al paroxismo, al punto de negar la existencia misma de un conglomerado cualquiera considerado como una unidad. Los guatemaltecos, por ejemplo, ya no existen conceptualmente. Nada más existe el guatemalteco (es decir un ser humano). Entonces no hay necesidad de balancear o limitar voluntariamente a los derechos de este individuo. A esto debe agregarse la cruzada contra el tamaño del Estado y en ciertos casos hasta de su desaparición, en la práctica.

EN ESTAS CONDICIONES, se debe analizar la sugerencia de un impuesto temporal a personas con capacidad para ayudar a mejorar la vida de los ciudadanos gracias a tener mejores servicios públicos. A causa de su temporalidad, es necesario, de manera simultánea, ampliar la base tributaria y analizar cuáles de las exenciones de impuestos pueden continuar o deben terminar, porque si bien en muchas ocasiones son convenientes y necesarias, tampoco se pueden alargar demasiado en el tiempo, por una simple razón: al reducir la carga impositiva, convierten a la ciudadanía en general en quien hace el sacrificio. Todo esto debe ser enmarcado en el castigo a la evasión, de la manera como ocurre en los países occidentales desarrollados.

SI HAY CONCIENCIA DE la necesidad de hacer eficiente al Estado, así como de proveerlo de los instrumentos, se debe utilizar la inventiva y el ingenio. La oposición a aumentar impuestos se debe al riesgo del mal uso del dinero, pero se puede decidir un “pago en especie”, es decir de entregar una parte en efectivo y otra en bienes y servicios necesarios para el Estado. Por ejemplo: una escuela, o medicinas necesarias en los hospitales. De esa manera el contribuyente tendría el control de cómo se construye o cómo y a cuál precio se adquiere. Talvez se trata de un concepto sin precedente, pero a mi juicio tiene posibilidades de ser analizado para descubrir sus ventajas o posibles riesgos. Dar dinero pero con control, facilita la tarea hoy comentada.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.