EDITORIAL

Algunos números de las elecciones

Según el Tribunal Supremo Electoral, en septiembre podrán votar ocho millones de ciudadanos, una cifra que incluye a 1.3 millones de nuevos electores; es decir, de edades comprendidas entre 18 y 22 años. No se debe olvidar que a esa corta edad muchos hombres ya tienen la responsabilidad de sostener a un hijo, y las mujeres son madres jóvenes.

En los comicios anteriores, el padrón era de 7.3 millones de ciudadanos, y la inscripción hasta este momento todavía está abierta. Hoy los empadronados alcanzan 7.5 millones, o sea que para llegar a la cifra del TSE se deben registrar otros 800 mil más, y esto requiere a la vez 7,700 diarios. Eso implica una enorme dificultad para alcanzar la cifra, entre otras razones, porque se necesita mayor personal y apoyo. La negativa del Gobierno a otorgarle el dinero a la institución que regula las elecciones adquiere entonces un significado mucho más allá del campo económico, y provoca justificadas dudas en numerosos sectores de la población.

Otro aspecto importante es que el 40% de los empadronados tiene entre 18 y 35 años; el 29.9% es de 36 a 50, y los de más de 51 forman el 29.5%. No se puede saber hasta cuánto llegará el padrón, pero es posible predecir un alto porcentaje de desinterés como consecuencia del desconocimiento y de la decepción de la forma como actúan los partidos y los políticos. Un factor adicional es el crecimiento de la población, que de 14 millones en el 2011 subió a 15.8 millones. Y el último elemento es el ausentismo, producto indudable de la decepción por las acciones de los gobiernos guatemaltecos, con su corrupción, clientelismo y abuso de autoridad cada vez más claros.

Un país de población joven como Guatemala debe tener en cuenta la urgencia de despertar el interés de quienes pueden votar por primera vez, pero también de aquellos que ya lo hicieron y que se encuentran decepcionados. Pero esa juventud tiene al alcance tecnología de punta, que es su instrumento principal de comunicación. Eso dificulta engañarla y a la vez puede ser el principal vehículo para facilitar la exposición de ideas y de convencimiento sobre la relevancia del nuevo proceso eleccionario.

Los próximos comicios, una vez celebrados, deben ser objeto de estudios y encuestas muy profundos y profesionales respecto de cómo votaron los diversos grupos etarios. Es un hecho que el mayor porcentaje de participación lo tendrán las personas de 50 o más años. Pero su proporción en la ciudadanía total es muy pequeña. Lo contrario ocurre con el grupo situado entre quienes tienen entre 18 y 59 años. Todos estos números también arrojan información real de un hecho político-social como son las elecciones. La lección de ese evento es fácil de predecir: los guatemaltecos no se sienten cómodos, especialmente aquellos que conocieron las votaciones fraudulentas, con la manera como actúan políticos y candidatos.

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