CATALEJO

Ataque a Crónica

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ESTA SEMANA OCURRIÓ DE NUEVO una agresión a un medio informativo. Las instalaciones de la revista Crónica fueron violentadas por la noche por individuos llegados con el fin de apoderarse de los archivos colocados en las computadoras. Como consecuencia, se encuentra en problemas para poder reiniciar sus publicaciones regulares, y no se necesita demasiada sagacidad para ver el motivo: evitar la publicación del número correspondiente a esta semana o dejarla fuera de circulación. Es una nueva muestra del escozor y preocupación causados a sectores oscuros por la vida y presencia de una fuente de información y de comentario a disposición del conglomerado.

CUANDO CUALQUIER MEDIO de comunicación o un periodista en lo personal es víctima de un ataque, el efecto nocivo no alcanza únicamente a quien lo recibe, sino a la sociedad. La prensa independiente le hace un servicio único al conglomerado, al permitirle conocer distintas verdades a la “verdad oficial” de cualquiera de los grupos integrantes de esa sociedad donde se manifiesta la intolerancia. Las conquistas logradas gracias al sacrificio de muchos periodistas, especialmente quienes perdieron la vida por ejercer el derecho de informar e interpretar la realidad, deben ser celosamente defendidas, porque causan escozor y despiertan acciones absurdas y cobardes.

MAS ALLÁ DE LA CONDENA a esta forma de barbarie y de la solidaridad personal al colega Gonzalo Marroquín y a todos los integrantes de las secciones informativa y comercial de Crónica, el rechazo a estos ataques debe ser realizado en nombre de la sociedad. La mayoría de la población nacional de este año no había nacido o tenía muy corta edad cuando emitir una opinión era castigado con la muerte, y la eliminación física de periodistas era una posibilidad admitida por los sectores políticos en pugna. Por esa causa a lo mejor no pueden entender cuánto se pierde cuando se guarda silencio al enterarse de un atentado como el hoy comentado. Al darse cuenta, siempre es muy tarde.

Berrinche cristinesco

EL CONTINENTE LATINOAMERICANO no termina de ser escenario de hechos comprobadores de inmadurez política, aun en países importantes. El más reciente caso ocurrió ayer en  Argentina, a causa del berrinche de la expresidenta Cristina Fernández, quien  se negó a ir a la sede del gobierno a entregar la banda presidencial a Mauricio Macri, ganador de la elección de hace pocos días, lo cual pone fin a los  ocho años de “cristinismo” y a los doce de “kirchnerismo”, si se agregan el tiempo del gobierno de su esposo Néstor. Se trata de una clara expresión de infantilismo, causante de una situación con una mezcla de   hilaridad y vergüenza ajena. 
 
LA NEGATIVA CAUSÓ la consulta del candidato ganador a la Corte. Según el dictamen de esta, el período de Macri comenzó a las 0 horas de ayer, y por ello desde ese momento hasta la entrega del mando por presidente provisional del Senado, Argentina estuvo técnicamente sin jefe de  gobierno, porque el nuevo mandatario no había recibido las insignias de mando, pero por otra parte al ya haber comenzado ese día, sí es presidente y por ello tenía derecho a disponer dónde se realizaba la entrega. Absurdo, francamente. Visto con los ojos de las democracias europeas y de los latinoamericanos con madurez, es prueba de subdesarrollo al más alto nivel político.   
 
SEGÚN LO DICTAMINADO por los jueces, el fin del período de todo presidente —en cualquier parte del mundo, claro— es el día anterior a la entrega, por lo cual esta debería ser siempre solicitada a otro funcionario de Estado.  No hay causa aceptable para la actitud de la expresidenta, porque la única interpretación posible es una actitud de rabieta por haber perdido el poder. Además, demuestra incapacidad política, porque según queda claro, ella nunca pensó en la posibilidad del fin de su gobierno, como les pasa a todos los políticos en el poder de los países política y socialmente atrasados. En resumen, un mal y controversial gobierno con un peor final.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.