SIEMPRE VERDE
Barbas en remojo
En medio de este caos político, los aspirantes a administrar nuestro país del 2016 al 2019 deben notar que el pueblo de Guatemala ya no es el mismo. Quedó comprobado que cualquiera que llega al poder, sin diferencia ideológica, llega a servirse, en lugar de llegar a servir. Los distingue el estilo, pero todos le han robado al pueblo. La gente se sentía indefensa ante los atropellos de los diferentes funcionarios públicos, pero eso se acabó. El pueblo está despierto, está empoderado, está furioso. Se sabe estafado y no tiene en quién creer. A saber cómo va a terminar este relajo, pues parece que OPM no encuentra a nadie presentable para proponer como vicepresidente, o nadie presentable le acepta la propuesta. Cada nombre que presenta aumenta la indignación ciudadana. ¿Alejandro Maldonado? ¡Uy!, ya veremos.
Sugiero ver hacia el proceso de elecciones que se nos viene encima, porque si llegamos a “elegir democráticamente” espero que se tome más en serio la posición que cada partido asuma de cara al tema ambiental, que poco o nada se ha discutido en las anteriores campañas preelectorales. Hasta ahora, parece que a la gente le preocupa más el alto costo de la vida, la violencia y la corrupción, por mencionar algunos de los problemas que más afligen a la gente; y a los políticos les interesa muy poco adelantarnos cómo planean sacar su tajada del botín de los recursos naturales de Guatemala. Pero el tema ambiental toma una dimensión cada vez mayor. En general, hay más conciencia sobre la íntima relación entre el (ab)uso y entrega de nuestros bienes naturales (petróleo, metales, energía, agua, suelos…) y el bienestar de la población —sobre todo en las comunidades que viven donde estos recursos se explotan—.
Atinado el artículo Si se articula el campo y la ciudad, se puede derribar a los políticos publicado en Nómada, en el que Miguel Ceto afirma que el despertar, en las comunidades, empezó antes del escándalo de la SAT y menciona lo que sucedió con la Ley Monsanto: “Fueron las movilizaciones de los pueblos mayas y campesinos del país, que en casos como este frenaron una ley y sacaron a relucir la podredumbre de toda la clase política y del sistema en su conjunto”. Y expone que: “Por los medios de comunicación urbanos que no se ponen en los zapatos de los mayas y campesinos, la mirada de muchos guatemaltecos no es capaz de vislumbrar que las luchas de los pueblos son también contra el saqueo, corrupción, destrucción y explotación de los bienes naturales del país, ¡patrimonio de todas y todos!”.
Para desmantelar este sistema corrupto —del que han participado funcionarios públicos, jueces, políticos, militares y empresarios— es necesaria la participación de todos los sectores que conforman la población guatemalteca. Todos los corruptos tienen que pagar: devolver lo robado y asumir la pena correspondiente; y los que son empleados públicos tienen que renunciar ¡ya! empezando por el señor Pérez. ¡Mañana nos vemos en la Plaza!