LA BUENA NOTICIASigno que provoca contradicción

GONZALO DE VILLA

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Encontramos hoy en el evangelio uno de los relatos sobre la infancia de Jesús. Se trata de la presentación en el templo y del testimonio de los ancianos de Israel Ana y Simeón sobre el recién nacido al que encuentran en el templo. Celebramos también hoy la fiesta de la Sagrada Familia.

En el relato evangélico el canto de Simeón será profético y expresará su alegría, su sentimiento de plenitud por haber llegado a ver ese día y a ese niño pero también oteará en el horizonte para descubrir que el papel de Jesús no contentará a todos. Por ello anunciará que Jesús será signo que provocará contradicción.

La escena de hoy nos presenta al recién nacido niño Jesús acompañado por María y José. Son sólo tres personas pero constituyen una familia, pequeña, irrelevante a los ojos del mundo, una joven pareja más con un recién nacido en brazos. Son piadosos, y según la costumbre de su pueblo y sus mayores, van a presentar al niño, primogénito varón, al Templo y , consecuentemente, al Señor, Dios de Israel.

Hablar de estas tres personas que viven su fe y su amor es hablar entonces de una familia modélica. Todos sabemos que las familias hoy están en crisis por muy variados motivos. La institución de la familia encuentra presiones enormes que hacen que los modelos tradicionales entren en crisis. En la Sagrada Familia encontramos no tanto la confirmación de roles tradicionales de familia -lo que le toca hacer a ella, lo que le toca hacer a él- sino el desafío permanente de una familia integrada, que manejan sus asuntos domésticos en colaboración, en donde el amor, el respeto, el cariño y la comunicación son parte integrante de sus vidas.

Es ese el mensaje que nos llega y que establece el marco para la reflexión sobre la vida familiar entre nosotros. Frente a una sociedad en que percibimos un acelerado deterioro de valores familiares tradicionales, que, como también sabemos, contenían luces y sombras, el reto por sacar adelante familias integradas es inmenso. Cada fracaso familiar constituye un ladrillo en el gran muro de fracasos que podemos vivir como país y, por el contrario, cada historia familiar de éxito, de cariño, de integración, de corresponsabilidad, de capacidad de sacrificio se constituye en otro pequeño aporte al país y, a nivel individual, la riqueza humana de quien proviene de un núcleo familiar integrado será un tesoro a defender y acrecentar durante toda la vida así como un caudal a legar a la siguiente generación. La Sagrada Familia nos enseña, desde el anonimato, en la persecución y en las penalidades, pero también en los pequeños momentos de cada día la plenitud que nos llega cuando hay amor porque donde hay amor, ahí está Dios.

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