CABILDO ABIERTOHay que saber llegar

VÍCTOR FERRIGNO

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El próximo domingo se define, en buena medida, el futuro de nuestra Nación para los próximos cuatro años; por ello, es importante saber elegir. Sin embargo, no importa solamente cuál será el candidato ganador, también es relevante la forma en que logró triunfar pues, como dice la popular canción de José Alfredo Jiménez, ?no sólo hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar?.

Quienes nos dedicamos al análisis político, casi sin excepción, coincidimos en que los procesos electorales han contribuido muy poco a elevar la cultura cívica de los guatemaltecos. Los comicios han estado dominados por el marketing y el hígado, no por el análisis y la razón, en un medio en el cual los partidos son aves de paso y la política es considerada un mal necesario.

Por ello, no es de extrañar fenómenos tan contradictorios como la elección de Alfonso Portillo, quien obtuvo un masivo respaldo ciudadano y antes de cumplir un año de gobierno ya era repudiado por la mayoría de sus electores, quienes lo eligieron sin mayor conciencia.

La actual contienda electoral acusa los mismos vicios. Un politólogo dominicano, quien visita frecuentemente nuestro país, sostiene que solamente en Guatemala es posible que un candidato como Oscar Berger puntee en las encuestas, careciendo de partido, de programa y de discurso.

Yo le respondo que la fuerza electoral de Berger radica, precisamente, en su indefinición política y en una personalidad bonachona, que le resulta carismática a muchos electores. Las múltiples y sistemáticas tiranías que nos han sojuzgado no permitieron que se formara una sólida cultura política, ni partidos con tradición y arraigo. La percepción del ciudadano común es que la política es sinónimo de guerra, de confrontación; así, mientras más anodina sea la posición de un candidato y de un partido, mientras menos polémica represente, más simpatías cosechará.

Los estrategas electorales de Berger han entendido cabalmente este fenómeno y le han sacado provecho. Durante meses me dediqué a analizar y comentar los programas de gobierno de los diferentes partidos, y me sorprendió que la Gana contara solamente con un folletín de cuatro páginas.

Me entrevisté con varios asesores de Berger, quienes me dieron evasivas, hasta que uno me respondió con mucha franqueza: ?Nuestra estrategia es no decir mucho, para no dar flancos a nuestros adversarios. Tenemos programa, pero no lo daremos a conocer?.

Así, sin definiciones claras, la Gana es el partido que sus seguidores se imaginan que es; cada uno lo define según sus preferencias políticas, culturales y religiosas. Con sus directivos sucede lo mismo; varias veces, cuando se compromete con los campesinos e indígenas, he oído a Eduardo Stein decir preocupado: ?No sé si este compromiso solamente es mío o de la Gana?.

Sin apasionamientos partidarios, he sostenido que solamente tres partidos presentaron programas de gobierno: UNE, FRG y URNG, en ese orden de consistencia. Los demás publicaron ocurrencias y generalidades, pero al final no importa, pues las simpatías por Berger o Colom no se fincan en compromisos programáticos, sino en la emotividad.

Encuestas como la de Vox Latina acrecientan el ejercicio light de la opinión política, al hacer preguntas que comienzan ?Por lo que ha oído en la calle… qué opina sobre tal asunto?. Ya ni siquiera miden la opinión del encuestado basada en su propio criterio, sino en el rumor callejero. Así se cierra el círculo del marketing político: primero se satura al ciudadano con mensajes sin mayor contenido y luego se le pregunta su opinión con base en lo que ha oído.

Al respecto, debo agradecer al licenciado Juan Pablo Pira, de Vox Latina, que me haya enviado una larga carta respondiendo a mis cuestionamientos sobre la penúltima encuesta. Sin embargo, a pesar de ser la pregunta reiterada por muchos, no contestó en qué lugares del país han efectuado las entrevistas, a fin de poder evaluar la representatividad de la muestra.

En síntesis, quienes contienden por la Presidencia deberían llegar a ella con transparencia y coherencia. Tendrían que informar sobre sus financistas y equipos de gobierno, y contar con propuestas programáticas coherentes, sólidas y viables, para que el ciudadano los elija por su propuesta política, no por su sonrisa.

Candidatos, partidos y analistas deberíamos recordar el aserto de Jesús Reyes Heroles, humanista y político mexicano: ?En política, la forma hace parte del contenido?.

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