CABILDO ABIERTOLas razones del hambre

VÍCTOR FERRIGNO

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El incremento de un 10% a los Derechos Arancelarios de Importación -DAI- del maíz amarillo ha causado gran revuelo entre los avicultores, y tiene un amplio trasfondo que es necesario conocer, pues buena parte de las razones del hambre en el país se esconden tras este asunto.

En 1996, durante el gobierno de Alvaro Arzú, con estricto apego a las injustas reglas neoliberales, los DAI para el maíz amarillo se redujeron del 40% al 5%. Esto ha provocado que se importe casi todo el grano -de origen transgénico- y que el área de cultivo se haya reducido a su nivel histórico más bajo, generando desempleo y hambre entre los campesinos pobres del país.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación -MAGA-, el contingente importado de maíz amarillo para este año alcanzará las 576 mil toneladas métricas, equivalentes a más de 12.6 millones de quintales. Si el promedio nacional de producción de maíz por manzana anda por los 30 quintales, y cultivar cada manzana requiere de unos 85 jornales, quiere decir que, gracias a los neoliberales, se han dejado de generar unos 36 millones de jornales anuales, equivalentes a Q774 millones, que hubieran llegado a hogares con hambre.

El contingente de maíz importado, casi todo transgénico, es utilizado en un 85% por los avicultores, que producen 309 millones de libras de carne y 1,710 millones de huevos. Aunque constituye una de las fuentes más baratas de proteínas, más de la mitad de la población no tiene acceso a ellas.

El discurso del libre comercio suena a risa en este caso, pues el maíz amarillo se le compra a países que, como EU, han subsidiado con U$ 174, 000 millones a sus agricultores. El precio tampoco es un argumento válido, pues el maíz nacional es más barato que el importado, y no está genéticamente modificado.

Los datos oficiales dan cuenta que la industria avícola genera 45,000 empleos directos, lo cual, aunado a la importancia que el pollo y el huevo tienen en la ingesta nacional, hace inviable retornar los DAI a la tasa de 40% de golpe, pero no se puede seguir afectando a los más pobres con importaciones de maíz caro y dañino.

De inmediato, deberá aplicarse una política progresiva de sustitución de importaciones de maíz amarillo, dotando a los productores de semilla mejorada, asesoría técnica y facilidades de comercialización para satisfacer la demanda nacional y reducir el hambre. En un proceso de negociación con el MAGA, los importadores ya han aceptado comprar a los campesinos un contingente de maíz amarillo a Q60.00 más IVA, lo cual es un gran avance, pues los intermediarios les ofrecen Q25.00.

El tema alimentario debe ser discutido en una Mesa Nacional, en la que tomen parte todos los involucrados y el interés público prive sobre el privado, para generar un Plan Nacional Alimentario que regule los temas de soberanía, seguridad e inocuidad alimentaria.

El otro tema, aún más grave, es el de importar granos transgénicos que, de ser sembrados, podrían contaminar todas nuestras semillas y destruir un patrimonio genético milenario, que heredamos de los mayas.

Está probado científicamente que una espora de trigo -que es más pesada que la del maíz- puede mantenerse en suspensión aérea durante una hora; con vientos de 60 a 80 Kms por hora, la posibilidad de contaminación por polinización es incontenible.

De acuerdo con las leyes de propiedad industrial, si las milpas de los campesinos son polinizadas por transgénicos, aún en un porcentaje mínimo, deberán pagarle regalías de U$45.00 por hectárea a las empresas transnacionales, aunque usen su propia semilla contaminada. Los transgénicos, además, generan alergias, tumores intestinales y resistencia a los antibióticos; esos son los costos sociales que los brillantes tecnócratas no tomaron en cuenta cuando impulsaron la importación de granos genéticamente modificados.

Nuestra Constitución nos garantiza el derecho a tener alimentación suficiente y de calidad; ya es hora de ponernos de pie, de ejercer nuestra ciudadanía plena y de dejar de comer huevo… contaminado.

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