CABILDO ABIERTONi perdón ni olvido

VÍCTOR FERRIGNO

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Tras una denodada lucha de 4,405 días, la familia Mack logró -con el apoyo de cientos de personas- que los tribunales de Justicia condenaran a uno de los autores intelectuales del asesinato de Myrna, en un proceso en el que se ventiló el drama de 36 años de guerra, durante la cual el genocidio y la impunidad fueron elevados a política de Estado, bajo la doctrina contrainsurgente.

Tras oír la sentencia condenatoria, uno de los familiares del coronel Juan Valencia declaró que el asesinato de la antropóloga era un asunto del pasado, que había que olvidar. Se equivoca. Para un crimen de lesa humanidad no puede haber ni perdón ni olvido, tampoco venganza, solamente justicia. Nada más que justicia, pero nada menos.

Hellen Mack ha declarado que demanda la reivindicación de la memoria de su hermana y de su trabajo; Lucrecia Hernández, la hija de la víctima, asegura que no quiere vivir odiando. Para poder superar el trauma de crímenes como el de Myrna, el victimario tiene que aceptar su culpa, debe ser juzgado y el Estado está obligado a emitir políticas públicas que garanticen que no se repitan. El crimen, sin embargo, jamás deberá borrarse de la memoria colectiva; es la única garantía de que no vuelva a perpetrarse.

La condena del ex Jefe del Departamento de Seguridad del Estado Mayor Presidencial -EMP- es un hito en la lucha contra la impunidad que Hellen Mack inició hace más de 12 años. La firmeza, valentía y constancia con que ha llevado el proceso lo ha convertido en un caso paradigmático.

Como la misma Hellen reconoce, ?la historia de mi hermana es la de miles de guatemaltecos y muchos ven su caso reflejado en éste. Llevo la lucha de esas personas que no han tenido las mismas oportunidades que yo?. (elPeriódico, Pág. 10b. 29 de septiembre del 2002).

Inmediatamente después del brutal asesinato de Myrna Mack -ultimada de 27 puñaladas, casi todas mortales- Hellen inició un tortuoso litigio, mediante el cual se pudo probar que el crimen fue perpetrado por Noel de Jesús Beteta, especialista del Ejército, por órdenes del coronel Juan Valencia Osorio. Además, la querellante adhesiva demostró la existencia de una doctrina, una estructura orgánica y operativa, y una cadena de mando mediante la cual el Ejército -y el EMP- vigilaban, perseguían y asesinaban a aquellos ciudadanos que consideraban una amenaza, por el mero hecho de no plegarse a sus designios.

Durante el proceso, fue asesinado un investigador de la Policía Nacional, proliferaron las amenazas de muerte y los intentos de soborno, varios testigos tuvieron que exiliarse, no pocos jueces se excusaron de conocer el caso, y han corrido ríos de tinta y resmas de papel para interponer recursos dilatorios. Los testigos de cargo continuaron impartiendo cátedra de ética y valor cívico, y se articuló un valioso movimiento de solidaridad dentro y fuera del país.

Otro logro relevante fue que documentos fundamentales, como los Informes del REHMI y de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, fueron admitidos como medios de prueba en un proceso judicial. Esto implica que, le pese a quien le pese, esa fundamentada versión de nuestra oprobiosa historia comienza a adquirir fuerza legal, lo que reafirma la legitimidad que ya han alcanzado.

A pesar de que la querellante adhesiva y el Fiscal probaron, con documentos oficiales, la existencia de una cadena de mando en el asesinato de Myrna Mack, el Tribunal de Sentencia liberó al general Edgar Godoy, jefe del EMP cuando se cometió el ilícito, y al coronel Juan Oliva, Sub Jefe del Departamento de Seguridad de dicha entidad. Aún en el hipotético caso de que no hubieran sabido de la planificación del crimen, seguramente se habrían enterado al día siguiente y serían culpables por complicidad y encubrimiento.

A pesar de la polémica sentencia, no puedo dejar de reconocer la valentía, el profesionalismo y la integridad de las juezas Morelia Ríos y Jazmín Barrios. El juez vocal Rudy Chin ejerció el derecho de razonar su voto, pero lo hizo sin consistencia jurídica, contradiciéndose en sus argumentos y con un discurso incoherente y balbuceante, que evidenció más temor que capacidad analítica.

A los sujetos procesales aún les quedan dos instancias para apelar la sentencia, que podría ser modificada o revertida, pero como acertadamente afirmó Hellen Mack, días antes de conocer la sentencia: ?Moral y públicamente este juicio lo he ganado ya. La gente me ha dado la razón, la gente sabe lo que he hecho?.

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