CABILDO ABIERTOSin perspectiva

VÍCTOR FERRIGNO

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El cierre del exitoso programa radial En Perspectiva evidencia las escasas oportunidades de hacer periodismo independiente en Guatemala, donde esta actividad profesional está sujeta a la voluntad de los dueños de los medios de comunicación.

En menos de un año, Marielos Monzón, Ronaldo Robles y un equipo de jóvenes reporteros y productores lograron posicionar una novedosa radio revista en los primeros lugares de preferencia de los oyentes.

En sus programas abordaron los principales problemas nacionales desde una perspectiva democrática, equilibrada y tolerante, dándole voz a los excluidos, haciendo gala de ingenio y sentando cátedra de periodismo investigativo.

Tal derroche de talento disgustó a los poderosos que reclamaron sus cabezas, y el dueño de Emisoras Unidas, el Mayor Rolando Archila Marroquín, cedió a las presiones de los anunciantes, evidenciando que solamente le interesa el dinero, no el periodismo radial.

Antes, el periodismo fue censurado mediante la represión; hoy día se ve limitado por el poder económico, pues la mayoría de medios de comunicación está en manos de empresarios miopes, que se rigen solamente por las leyes del mercado y no respetan la libre emisión del pensamiento, conculcando la democracia y el Estado de derecho.

Uno de los principales componentes de la democracia es el sistema de pesos y contrapesos que impide la concentración excesiva de poder, para lo cual es imprescindible la labor de investigación, análisis y divulgación que realizan los periodistas independientes. Esa función vital es la que se ha coartado al cerrar el programa de Monzón y Robles.

Una de las primeras presiones recibidas provino de los integrantes del malogrado Movimiento Cívico, cuando los periodistas de En Perspectiva demostraron que recibieron fondos de la oligarquía, constituyeron empresas con domicilio falso para administrarlos y respondía a intereses partidarios específicos.

Seis empresas amenazaron con retirar sus anuncios e intentaron coartar la labor periodística de los colegas citados, quienes no se dejaron presionar.

Fuentes confiables me han informado que en similares términos actuaron representantes de una empresa cervecera, por la campaña contra el racismo que emprendimos un grupo de periodistas y ciudadanos, convocados por el equipo de En Perspectiva, desde donde se denunció la discriminación que sufrió la doctora Velásquez Nimatuj, al intentar ingresar a un local de la empresa citada.

El tratamiento de temas tabú como la ingerencia militar en el Estado, la corrupción en el poder público, los derechos de lesbianas y homosexuales, la equidad étnica y de género, y otros muchos más, convirtieron a En Perspectiva en un espacio radial inédito, lo que le valió ganar audiencia entre la ciudadanía, y adversarios entre los grupos oscurantistas.

Desde esta columna he insistido en que los inversionistas deben hacer un esfuerzo por no olvidar que su negocio, además de ser una empresa, es un medio de comunicación. Nadie mejor que ellos para ocuparse de los aspectos comerciales y administrativos, pero sin olvidar que la sobrevivencia de su firma depende del respeto que profesen a la libertad de prensa.

Si un empresario no garantiza la independencia de los periodistas que laboran en su medio de comunicación, no podrá esperar que la sociedad lo apoye cuando el poder político intente censurarlo, como ha pasado en años recientes.

Limitar la relación entre los hacedores de opinión y los dueños de medios a los términos de un contrato laboral, equivale a olvidar que la libertad de prensa la ejercemos, por antonomasia, los periodistas. Si tal libertad goza de garantías constitucionales es porque constituye una función política, inherente a la democracia, que no debe ser limitada por razones económicas, laborales o de cualesquiera otra especie.

Lamentablemente, los ataques contra el programa de Marielos y Ronaldo también provienen del gremio periodístico. Los dueños de Emisoras Unidas cerraron el programa citado para darle ese espacio a Juan Luis Font, actual director de elPeriódico.

Font sabe de la polémica y, como periodista, debería entender que se trata de un atropello a la libertad de prensa, por lo que debería abstenerse de usufructuar un espacio arrebatado a sus colegas; de no hacerlo, estaría evidenciado que su indiscutible calidad profesional no está asentada en la ética que el oficio conlleva.

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