LA ERA DEL FAUNO
Carmen Samayoa ofrece La mujer esqueleto
Carmen Samayoa se encuentra en Guatemala con motivo del XII Festival Nacional de Teatro. Salió del país en 1980, con su grupo Teatro Vivo. Es una actriz en la que el destino ha depositado 38 años de exilio —sigue la cuenta—, décadas de aprendizaje y desempeño teatral por Europa y América. Vino a ofrecer un conversatorio y dos funciones de su adaptación de un cuento inuit, titulado La mujer esqueleto.
Es la historia de una joven que por desobedecer a su padre fue lanzada a un acantilado. Ella se transformó en una fiera de las aguas, habitante de las profundidades del mar. Un pescador ve aquella figura espantosa. Así pues, suceden muchas cosas, pero dejemos que sea Carmen quien nos describa su construcción teatral, su adaptación: “Para mí, este cuento inuit ha significado un acercamiento tranquilo a la figura de la muerte, a una comprensión de los ciclos naturales de vida, muerte, vida que acompañan los latidos del corazón, el día y la noche, la siembra y la cosecha, los encuentros y las despedidas.
“Aunque en la primera lectura el cuento me pareció una historia de amor, lo que primordialmente me motivó a trabajar con ella fue la imagen del esqueleto, ese estar en los huesos, ese quedarse sin aliento que todos vivimos alguna vez y del que, si salimos, salimos fortalecidos. Reconocer en la mujer esqueleto la fuerza de la vida, muerte, vida, no utilizada o mal utilizada de una mujer y fortalecer, así, la confianza en nuestra intuición para aceptar los necesarios finales y los posibles comienzos; confianza para poder decir cuando es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación”.
Tengo la impresión de que este país no le ha sacado todo el provecho a la visita de Carmen Samayoa. No porque ella sea inaccesible, sino porque los promotores de cultura artística no aprenden. No es asunto de condecoraciones ni de cenas en el Palacio Nacional de la Cultura, ni del cambio de la Rosa de la paz. Es cosa de acudir, de intentar que dé más funciones, en más teatros, que imparta talleres, ofrezca más charlas, no sé, que se aproveche la visita según el tiempo del que dispone para contribuir a cohesionar actores y actrices.
Prosigamos con su adaptación del cuento inuit: “Vivimos en sociedades que exigen de las mujeres un ‘aguante’ casi infinito, nos han enseñado a querer y deber ser buenas y que ser ‘buenas’ significa negar nuestra naturaleza y ocultar nuestros deseos, soportar humillaciones, enterrar nuestra intuición, hacerse cargo de todas las tareas y un muy largo etcétera.
“Sin olvidar la necesidad de señalar y castigar los abusos, la falta de respeto, la violencia contra las mujeres, mi esperanza en la posible resonancia que la historia de la mujer esqueleto pueda generar, tiene más que ver con el fortalecimiento de la confianza en nosotras mismas. Fortaleza para crear formas de relación igualitarias en vez de soportar agravios. Confianza para creer que el amor es posible y sabiduría para reconocer sus comienzos y sus finales.
“La música fue la chispa que me permitió iniciar esta creación. Buscar una danza de los huesos gracias al sonido de la marimba. Por eso le estoy muy agradecida al Trío Bahía. En este trabajo musical, queremos hacerle un homenaje a la palma de chonta, por todo lo que representa: fuerza, belleza, sustento, tradición, ritual, embrujo, melodía, ritmo, etc.”.
Si usted es actor o actriz; si estudia para serlo, o simplemente si le gusta el teatro y se perdió la primera función, le recomiendo que asista a la última: jueves 22 de marzo, en el Centro Cultural de España, antiguo cine Lux.
@juanlemus9