ColaboraciónGran oportunidad de Estados Unidos

Susana Barrios Beltranena

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La impresión que muchos hemos tenido durante el último mes, es que el infame y terrible ataque a las torres gemelas de Nueva York se produjo en cuestión de minutos, causando un daño de inmensas proporciones.

Desde ayer empezaron las acciones para tomar venganza y poner en orden al mundo.

Me llama enormemente la atención que casi ninguno planteó la posibilidad de llevar a cabo un examen minucioso sobre las verdaderas políticas que se han utilizado, causas inminentes, para haber llegado a este (equivocado) desarrollo. Porque es fácil ver que no hemos logrado mucho aunque algunos pocos (aquellos que la pasan bien en la feria) aseguren que este mundo está mejor.

Este no es un acto aislado, sino uno más de los actos terribles a través de la historia. La diferencia es que fue tocado el corazón del sistema occidental, considerado sagrado, más que cualquier mezquita. Ha sido el despertar a nuestra vulnerabilidad y fragilidad. Es demasiado duro de aceptar.

El mundo de hoy es nuestra propia creación y los resultados son catastróficos porque seguimos sintiendo que nuestra esencia es de separación, que unos no tenemos que ver con los otros y que nuestras diferencias nos hacen incompatibles. Nuestra supuesta individualidad nos impide comprender la única verdad: Todos somos uno.

Sé que ese sería el momento crucial para todos nosotros: poder comprender, en toda su profundidad, lo que significa ser uno. Sería la única manera de encontrar el verdadero sentido de nuestra existencia.

He llorado por el pueblo estadounidense, pero también he llorado mucho tiempo por las graves diferencias sociales y económicas existentes y por todos aquellos que día a día despiertan sin saber cómo darle pan a sus hijos.

Me pregunto si no es ahora el momento de pensar si para evitar tantas atrocidades (llámenlas guerras, terrorismo, desigualdades o simplemente odio), se debe hacer un balance en las estructuras internacionales para llevar ese balance igualmente al núcleo de cada familia. La mayoría de las personas viven con menos de dos dólares al día aún, cuando hay suficiente sobre el globo para todos.

Estados Unidos sufrió lo que muchos otros han sufrido durante años. Si no fuera por las vidas inocentes perdidas, me atrevería a decir que quizá haya valido la pena. Valido la pena si como nación madura, logrando el objetivo de encontrar a los culpables y llevarlos ante la justicia, mediten sobre sus actos y comprendan que nada sucede por casualidad, que todo tiene una razón de ser, que es la oportunidad para volver a sí mismos y realmente comprender que no son solamente ellos en el mundo, que existen muchísimos más con necesidades y sueños.

Estados Unidos tiene la oportunidad de demostrar al mundo quién es, realmente. No necesita demostrar que son una superpotencia, ni actuar motivados por la necesidad de venganza, porque eso sólo llevaría a tener más enemigos.

La oportunidad es única y deberían saber verla. Imaginemos que hicieran una declaración así: ?El pueblo estadounidense rechaza la violencia. Junto con los países del mundo lucharemos contra del terrorismo en forma estratégica. Llevará tiempo, pero los culpables serán llevados a la justicia. Como nación creyente en Dios no creemos en la venganza y damos fe de nuestros valores?.

Actuarían entonces con suprema responsabilidad, darían sin duda un ejemplo impactante a la conciencia de cada individuo y sin duda, el giro de 180º que el mundo necesita.

Sentí algunos días que el mundo se había vuelto a dividir en dos y que no tendría alternativa sino tomar partido, por lo ?bueno?, no por lo ?malo?.

Pero después de meditarlo me di cuenta que soy libre y que mi decisión, como el color de mi calidad humana, ni negra ni blanca, ni buena ni mala, más bien ?gris? pero con ?buenas intenciones?, mis simpatías están con los inocentes que pagan por las decisiones de líderes locos.

Por tanto, quiero hacer una declaración: Como ciudadana de este mundo estoy en contra de totalitarismos, radicalismos, anarquismos, demagogias, populismos, extremismos, corrupción, terrorismo, manipulación, explotación, racismo y con todo aquello que lleve a cualquier individuo a no poder realizarse en libertad. Condeno cualquier acto en contra de la dignidad humana y declaro que seré una menos en la lucha de poder y supremacía mundial, ya sea económica o religiosa.

Condeno los actos de violencia de igual manera que condeno los actos de venganza. Doy un voto al amor, que es el único camino para salvarnos y salvar lo único que tenemos que es este mundo.

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