DE MIS NOTAS
Colombia: proceso de paz con elecciones
Escribo esta columna mientras termino una visita a Colombia, en donde he pasado unos días muy agradables. Hablé con académicos, periodistas, empresarios, profesionales y gente diversa encontrada en la corriente diaria de una visita por demás interesante y reveladora de las dificultades que se viven en estos momentos en que los acuerdos de la paz pasan la factura y la realidad política de pactar con el mayor grupo de narcoguerrilleros terroristas del mundo, pega con fuerza de cara a las próximas elecciones, en donde las FARC, sin necesidad de un solo voto, habrán ganado cinco escaños en el Senado y cinco en el Parlamento. Esto en adición a la posibilidad de competir con su candidato presidencial sin ninguna restricción legal por los actos criminales amnistiados en la letra grande y pequeña de los acuerdos de paz. La gran mayoría de los colombianos con los que hablé rechazan con vehemencia esta realidad.
El presidente Santos enfrenta una crítica general amplia que le impide aterrizar los acuerdos debido a la oposición de muchos colombianos que no terminan de entender para qué carajos se hizo el plebiscito en el cual ganó el NO votado por un pueblo que le dijo “Sí a la paz, pero no así”.
A partir de este momento, Santos se saca de la manga un plan B percibido como ilegítimo y turbio, al continuar con la “legalización del proceso” en el Parlamento y el Senado, en donde privan manejos políticos ajenos a las realidades del sentir de muchos colombianos. La polarización es muy alta. Muchos que votaron por el no, critican esta falta de respeto a la voluntad popular derivado de un plebiscito que ocupó durante meses un descomunal despliegue mediático y las mayores manifestaciones de la historia política de Colombia.
Adicional a esto, el gobierno de Santos, ya en el segundo periodo de su administración, tiene muy poco que enseñar en comparación con su antecesor, más que un enorme gasto con profundas críticas por su opacidad y señalamientos de corrupción.
Una columna de Jorge E. Jaramillo Villegas sintetiza la diferencia en resultados de la administración de Uribe:
“A los 8 años de gobierno de Uribe, Colombia presentó las siguientes cifras que pueden ser consultadas, no sólo en el DANE o en el Banco de la República, también en el informe que la OEA entregó en la Cumbre de las Américas del 2010 entre otras fuentes no-nacionales en las que destacan la labor de Uribe en sus dos periodos como Presidente: en general todo el comunismo hemisférico, además de sus enemigos internos como la Corte Suprema, la Fiscalía General, toda la alianza de izquierda incluida el liberalismo y teniendo como punta de lanza el terror de las FARC, Álvaro Uribe Vélez dirigió a Colombia a su mejor momento en toda su historia, todos los índices de la administración pública eran casi excelentes (obviamente siempre hay algunas ovejas descarriadas y manzanas podridas).
Uribe desarmó y judicializó a más de 35.000 paramilitares, muchos de ellos pagaron más de ocho años en cárceles colombianas y muchos otros extraditados a USA, entre ellos todos los cabecillas!, desbarató las AUC, desmovilizó a más de 18.000 guerrilleros, sin contar a los neutralizados en combate!, sin regalar un centímetro del territorio nacional y respetando todas las leyes y en especial la Constitución!
El turismo creció en más del 2000%, antes de Uribe nadie venía a Colombia, el crecimiento del turismo se estancó nuevamente con el gobierno de Santos”. Fin de la cita.
El proceso de paz de Colombia tiene una gran similitud con el de Guatemala. El mismo Uribe lo ha dicho. Vivimos en estos momentos una buena parte de los mismos problemas que aquejan a los colombianos: fuerte injerencia extranjera, una clase política amorfa con muchos intereses turbios, y un congreso siguiendo su propio camino. Aprendamos las lecciones.
alfredkalt@gmail.com