CATALEJO

20 de octubre del 44, esa fecha desconocida

|

Mañana se cumplirán 76 años del movimiento ciudadano cuyo resultado fue el fin del ubiquismo. Jorge Ubico, dictador durante 13 años y cinco meses (15 de febrero de 1931 a 1º de julio de 1944) renunció en esta última fecha, pero su sucesor Federico Ponce Vaides, ferviente seguidor, solo estuvo 132 días, con lo cual ese período histórico duró 13 años y 8 meses. Quienes en ese momento tenían 18 años y por ello son los más jóvenes participantes, tendrían ahora 96, e incluso quienes empezaban su adultez en 1954, para el fin de los dos gobiernos revolucionarios, llevan a cuestas 86 años, y no significan ni siquiera la décima parte del 1 por ciento de la población de hoy. La escasísima enseñanza de la historia guatemalteca en las escuelas e institutos hace del 44 un hecho desconocido.

Pasado ese largo tiempo, es posible entender y señalar la importancia de ese movimiento cívico, pero en especial las acciones acertadas o equivocadas de Juan José Arévalo y de Jacobo Árbenz como presidentes, siempre y cuando el análisis tome muy en cuenta la realidad guatemalteca, del continente americano y del mundo en esa época. La población adulta actual de Guatemala casi llega a los 17 millones de habitantes, lacerados por un analfabetismo real de al menos el 50%. A ellos les será difícil entender por qué ya no se puede entender la importancia de algunos logros de la Revolución de Octubre, por los cambios sociales, económicos y políticos en el escenario nacional e internacional, así como al mal uso actual de las conquistas sociales.

' La Revolución de Octubre es uno de los hechos históricos de urgente explicación para la generación mayoritaria de la actual Guatemala.

Mario Antonio Sandoval

La revolución octubrina trajo, entre muchas otras conquistas, el Código de Trabajo y el sindicalismo, hoy convertido gracias a dirigentes malsanos en una fuente del atraso nacional debido a la falta de cumplimiento de los programas de estudio. Trajo el Seguro Social, desde hace varios años un blanco de la ambición de quienes hacen pillaje con las instituciones, aun a costa de la salud. Creó la autonomía universitaria, concepto también ahora convertido en una excusa para el manejo sin control de un presupuesto cada vez más abultado a causa del irresponsable aumento del presupuesto nacional. Nació la Facultad de Humanidades, ahora reducida en estudiantes y calidad académica de su claustro —con excepciones, claro— en un mundo donde el éxito económico es dios.

Impulsó la idea de la carretera hacia el Atlántico, por lo cual Arévalo fue acusado de comunista, por influencia del secretario de Estado John Foster Dulles, hermano del presidente y socio de la después desaparecida compañía Frutera, entonces la mayor propietaria de las tierras utilizadas para sembrar banano y con ello afianzar el vergonzoso calificativo de república bananera para Guatemala. Pero sobre todo fue un movimiento donde los guatemaltecos de entonces lograron, por única vez, deshacerse del miedo de manifestarse, lo cual en su momento era un gesto indudable de valentía cívica. Por supuesto, en un breve artículo periodístico no se puede señalar los aciertos y sus circunstancias, pero sí algunos después debilitados por pura irresponsabilidad.

El mundo actual es diametralmente distinto. Se debe pensar en las consecuencias de la inminente elección presidencial de Estados Unidos, pues su situación de hoy influirá en el futuro guatemalteco, como lo hizo en 1944 la realidad mundial provocada por la Segunda Guerra, cuando los enemigos eran Rusia, Alemania, Italia y Japón, mientras ahora el de turno es China continental. En resumen, 76 años son muchos para entender los porqué de la historia guatemalteca y esta debe conocerse para no repetir sus errores, una tarea complementada con pensar en los motivos del esclavizante pillaje actual del país, tanto en su manejo como su economía. Es tarea difícil, porque requiere valor para explicar sin acusar y para admitir las razones de los criterios diversos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.