Hagamos la diferencia

60 años, bien vividos…

Es hermosa la vida cuando, agarrado de la mano de Dios, se transita por ella recibiendo muchas bendiciones. Soy testimonio de ello.

Es hermosa la vida cuando, agarrado de la mano de Dios, se transita por ella recibiendo muchas bendiciones. Cumplí 60 años, y para mí es más que simplemente marcar otro número en el calendario. Es un hito que marca la culminación de décadas de vivencias, aprendizaje y crecimiento personal. Al llegar a esta etapa de la vida, uno no puede evitar reflexionar sobre el viaje hasta aquí y sentir una profunda gratitud por todas las experiencias que han moldeado nuestro ser. Mi gratitud es primordialmente hacia mi creador. Pero no se limita solo a las experiencias personales. Detrás de cada logro y cada momento de alegría ha habido muchas personas que han sido fundamentales a mi vida. Mi familia: padres, esposa y dos hijos, familia cercana, mi jefe, mi pastor, compañeros de equipos de dirección, mis hermanos en la iglesia, mis compañeros y excompañeros de trabajo, amigos, colegas, compañeros asociados; todos han contribuido de una forma u otra a mi crecimiento y desarrollo. Agradezco profundamente el amor incondicional, el apoyo inquebrantable, las risas y lágrimas compartidas que han enriquecido mi vida. También debo agradecer a los tiempos difíciles, pues fueron ellos los que me enseñaron lecciones que de otra manera nunca habría aprendido. Cada desafío me ha hecho más fuerte, más resiliente y más agradecido por las bendiciones que tengo en mi vida. Al cumplir 60 años, me siento bendecido por todo lo que he vivido y experimentado hasta ahora. Aunque el camino por delante puede ser incierto, sé que estoy equipado con la sabiduría y fortaleza necesarias para enfrentar lo que venga, y arropado con personas maravillosas a mi lado. Aprovecharé cada día con gratitud y determinación, sabiendo que cada momento es un regalo precioso. Aunque no soy de celebraciones, mi bella esposa se encarga de prepararlas. El sábado, desde la madrugada, recibí mensajes por las variadas redes sociales, un desayuno personalizado, un almuerzo rural de gallina asada criolla y una cena campestre con los tradicionales tamales cholenses y pastel, donados por amigos en el campo.

Sesenta años se veían lejos, ahora ya los sobrepasé. A Dios sea la gloria por lo vivido, voy por más…

Al estar escribiendo este artículo, con el atrevimiento de ser algo personal, que quizá tenga poco interés general, pero esperando pueda ser ejemplo de gratitud, sentado sorbiendo un buen café: en la ex casa de mis abuelos, con vista al río, escuchando el canto de los pájaros, no puedo evitar retroceder en el tiempo y examinar las escasas probabilidades que tenía de ser alguien en la vida, en un lugar donde las oportunidades eran escasas. Vi cómo las oportunidades se fueron abriendo milagrosamente y con determinación las fui aprovechando. Primero, gracias a mis padres, decididos a sacarnos adelante; la determinación de mi mamá de que se abriera el primer instituto básico en el pueblo, en donde estudié después de la primaria; la beca que me proporcionó la Enca, en la que, internado, forje las bases profesionales de mi vida; la Usac, que me permitió estudiar prácticamente en forma gratuita; mi matrimonio con una mujer luchadora, decidida y determinada, que ha sido el complemento perfecto. Los primeros programas de maestrías abiertos en Ciencias Económicas que me graduaron de máster. El primer programa de doctorado en el país, que me permitió ser doctor. Trabajé en fincas de café y de ornamentales de exportación. Con el apoyo de paisanos, formamos Coopachol, R.L. Y la Universidad Galileo, que me ha abrigado dentro de la Facultad de Ciencia, Tecnología e Industria, bajo el liderazgo del Dr. Iván Echeverría, en donde he realizado docencia en todos los niveles: ingenierías, licenciaturas, maestrías y doctorados. Un honor inesperado es tener uno de mis dos cursos en edX en el top de los mejores cursos a nivel mundial, con casi 50 mil alumnos en él.

Cumplir 60 años es un recordatorio de la riqueza de la vida y de las infinitas posibilidades que aún tenemos por delante. En la plenitud de mi experiencia, encuentro la verdadera alegría de vivir, y “siempre mejor de lo que merezco”.

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.