CATALEJO
A un año del intento de golpe en Washington
Hace años recorría América Latina una pregunta venenosa: ¿Por qué en Estados Unidos no hay golpes de Estado? Porque no hay embajada gringa, era la respuesta. Reflejaba una realidad ya desaparecida. Pero el 6 de enero de 2021 ocurrió lo impensable: un intento de golpe de Estado en ese país, única forma de calificar el violento asalto al Senado de hordas de simpatizantes de Donald Trump. Con el paso del tiempo y de las investigaciones legales, cada vez más se evidencia su participación indirecta ese día, cuando se hicieron realidad sus inequívocos llamados a tal insurrección, a través de su presencia en redes sociales. Anunció una conferencia de prensa desde su mansión en Florida, pero de súbito la canceló, y en su discurso de ayer, Joe Biden hizo señalamientos directos, duro y a la cabeza.
En política, como en todo, las acciones en apariencia insignificantes, no lo son. En este caso, la cancelación de ese discurso, planificado para la misma hora de las palabras presidenciales. La mención directa de Biden cuando faltan pocos meses para la elección de medio período demuestra la preocupación por perder el Congreso, posibilidad muy alta en este momento. Si eso pasa, los demócratas tendrán serios problemas para gobernar, e incluso perder la siguiente elección presidencial, cuya peor posibilidad es la repetición de los candidatos Biden y Trump, el primero ciego de poder por su orgullo, y el segundo con una edad avanzada, con posibilidades de sufrir algún impedimento para finalizar un posible segundo mandato. El panorama entonces es, de nuevo, escoger entre lo malo y lo peor.
' El sistema jurídico estadounidense está funcionando y poco a poco ha acorralado a Donald Trump, muy a pesar de sus admiradores.
Mario Antonio Sandoval
La polarización política estadounidense comprobó ayer su existencia. El ataque al Senado no fue señalado con la gravedad institucional e histórica implicada, sino en términos de beneficio electoral partidista. Ningún senador republicano asistió, en una maniobra inútil e innecesaria. Biden señaló a Trump y a sus seguidores de “poner una daga en la garganta de América” —no se refiere al continente sino a Estados Unidos de América, erróneamente calificado como él lo hizo—. Trump, por su parte, en una declaración escrita señaló: “Los demócratas quieren apropiarse de este día para así alimentar el miedo y dividir a América (…) a través de sus mentiras y polarizaciones”. Así afianzó sus indefendibles criterios porque ahora ya debe estar pensando en un castigo legal, que solo podría sortear si es que llega a ser presidente otra vez.
La división por esta batalla inspirada por ego ha traspasado fronteras. Varios amigos míos de Guatemala me han sorprendido por la virulencia de sus defensas y ataques, orlados por insultos y descalificaciones respecto de un político con larga experiencia, ya en el ocaso de su carrera, y un aprendiz dispuesto a todo con tal de mantener su puesto y ahora luchando por recuperarlo sin tomar en cuenta las consecuencias para su país y el sistema democrático del mundo. La disminución de la importancia política mundial de Estados Unidos es uno de los más evidentes efectos. El tema, por supuesto, es largo y complicado, por lo cual estas son solo unas líneas de la necesidad de analizarlo, porque nunca como ahora el resultado tendrá tanta influencia en Centroamérica, y por eso debe interesarnos.
Los cambios políticos en Centroamérica ya son alarmantes para Estados Unidos. En teoría, solo les queda Guatemala como aliado; muchas veces vergonzoso, pero aliado al fin. No es exagerado prever un mayor declive en la relevancia estadounidense, lo cual no significa que ocurra en lo inmediato. A esa realidad se le debe agregar el resurgimiento de países como Rusia y China, enemigos declarados, aunque por mucho tiempo ocultos. Irónicamente, las leyes de la libertad empresarial han fomentado esta situación, al ser permitido el libre comercio con países por tradición enemigos, como China Continental. Es un panorama complejo y si no se logra convencer a los votantes hasta podría llegarse a un golpe de Estado, al estilo de los ocurridos en Latinoamérica tantas veces.