CATALEJO

Acciones deben seguir a un buen discurso

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El discurso presidencial del lunes fue bueno en forma y fondo: vestimenta adecuada —lo cual ayuda a verse con seriedad. Además, con hablar sereno y cordial, sin manotazos, pero al mismo tiempo con un merecido regaño a quienes salen a la calle sin necesidad, y con una clara advertencia de la seriedad de la crisis cuando el coronavirus ataque en serio, cuyo efecto, Dios mediante, puede ser debido a las medidas y apoyadas por algunas donaciones privadas de equipos de primerísimo orden, como el otorgado por el doctor Ernesto Mena y una donante anónima, así como otras donaciones de varios hospitales igualmente privados. Ahora es momento de mencionar algunas ideas para complementar lo expresado.

' Nota. El Jueves y Viernes santos sugiero rezar por los valientes médicos, enfermeras y personal de salud, enfrentados al coronavirus.

Mario Antonio Sandoval

El doctor Giammattei dijo, de manera serena pero directa una dura verdad difícil de aceptar: “lo peor está por venir”. Mencionó su frustración de ver las calles llenas de carros conducidos por personas sin motivo aparente de salir. Ayer habló acertadamente y con firmeza contra quienes quieren actuar por su cuenta, con fines politiqueros. Amenazó con militarizar a Nahualá e Ixtahuacán, cuyos vecinos siguen peleando por un pedazo de terreno. Otra vez, el alcalde antigüeño, Víctor Hugo del Pozo, desobedeció al gobierno para engañar a los vecinos y estableció el lunes un “cerco sanitario” en San Juan del Obispo, pero fue obligado a quitarlo por el Ministerio de Salud, pese a lo cual reitera haberlo hecho porque “la prevención es primero”.

Es claro: la cuarentena no terminará el lunes próximo. Se pedirá más sacrificio a la población, sobre todo quienes viven al día por ser micro o pequeños empresarios. Tocan ahora medidas simbólicas al ser comparadas con el presupuesto de la nación, aunque esto por comparación con el presupuesto de la nación, parece ser absurdo. Me refiero a rebajar los sueldos de los altos burócratas; la presión para lograr lo mismo en esa guarida de fieras rabiosas conocida como Congreso desde hace años. Urge. Punto. Y, por ser una grotesca inmoralidad, no pagar la “deuda política” a ninguno de los pseudo partidos, ni aumentar sueldos a los inútiles sindicatos de maestros, gobernación, y otros. Al anunciarlo públicamente, el doctor Giammattei podrá comprobar cómo ayuda a construir la “nueva Guatemala”.

Su decisión de darle trabajo en el Estado a quienes fueron candidatos del partido Vamos debe ser revisada: hay puestos en entidades desconocidas, de misteriosa utilidad: un “asesor” de SOSEP; el director del programa de accesibilidad de medicamentos; una señorita contratada para “servicios técnicos profesionales”, de la Secretaría de Coordinación Ejecutiva (¿?) de la presidencia; un “sustituto” del registrador de la Propiedad, puestos inexplicables fuera de un compromiso politiquero de campaña, porque ninguno tiene experiencia, talvez en nada útil para el gobierno. Entre los puestos de importancia alta, mediana o nula, mediana importancia y sin importancia, suman 21 personas quienes recibieron un “premio de consolación”.

De los puestos importantes hay dos ministros (Trabajo y Salud Pública) y tres viceministros (Educación, Salud y Trabajo). Se trata de premios, porque aunque los escogidos tengan capacidad, los descalifica pertenecer a esa agrupación electorera llamada Vamos. La lógica manda: reducir los gastos. Olvidaba las indemnizaciones indebidas. Y así, la lista es larga. Las colaboraciones de diversos sectores sociales pueden repetirse si se ve un esfuerzo de ahorro de gastos superfluos o no urgentes, y se trata de depurar al equipo de trabajo en la mayor cantidad posible de instituciones. El mandatario está actuando bien en varias cosas, pero puede hacerlo mejor si escucha sugerencias. Debería pedirlas por medio de mensajes en redes sociales.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.