CATALEJO

Acerca de los datos otorgados por este censo

|

Ayer fue hecho público el más reciente censo, cuyas cifras permiten realizar algunas proyecciones y analizar el crecimiento de la población. El número total de personas es de 14,901,286, de las cuales 7,678,190 son mujeres y 7,223,096 hombres, lo cual indica una diferencia femenina de 455,194 más. Los porcentajes por edad son: 0 a 14 años, 4,972,725; de 14 a 64 años, 61.0%, equivalentes a 9,091,281, y de 65 años o más, 5.6%, es decir 837,280 personas. Por cierto, no me explico la razón para no haber mediciones distintas, la primera de 0 a 18 años, porque esa cifra daría el número de adultos, o sea quienes tienen el derecho de votar, por ejemplo. La unificación entre 15 y 64 años es demasiado amplia: coloca a un nieto y su abuelo en el mismo grupo poblacional. Y algo parecido ocurre con personas de la tercera edad.

A mi criterio, deberían hacerse grupos entre 18 y 40 años; 41 y 59 años, 60 y 75 años y el resto de 76 o más. Ciertamente, desde el punto de vista meramente numérico conforme aumenta la edad disminuye el número de personas. Pero las características de salud, por ejemplo, de quienes están en la tercera edad pueden dar datos importantes acerca de la necesidad de determinadas medicinas, o de servicios especiales. Esto no tiene relación con el levantamiento de los censos, pero son fuentes útiles para tomar decisiones con las cuales se pueda cumplir un adagio, según el cual la calidad y el avance de los países se otorga, entre otras cosas, con la manera cómo trata a sus niños y a sus ancianos. Por desgracia, en Guatemala no se encuentra en el imaginario nacional a estos dos grupos, generalmente los más necesitados.

Los datos, según la identificación étnica, muchas veces autoseñalada por cada persona, son también significativos. Ladinos, 56%; mayas, 41,7%; 0.2, extranjero; 1.8%, xinca; 0.2, afrodescendiente y 0.1 garífuna. Es decir, casi el 98% de los guatemaltecos se autodenominan ladinos o indígenas, en una división susceptible de discusiones por los sociólogos, pero útil para los temas de esa especialidad. Es necesario saber si los grupos mayas y los xincas y garífunas hablan los idiomas propios, o si poco a poco estos están despareciendo por falta de uso, sobre todo en las generaciones jóvenes. En números, estamos hablando de 56% de hispanoparlantes, muy probablemente sin el deseo de aprender una lengua vernácula como el tzutuhil o el quiché, por ejemplo.

No se puede negar la dificultad de realizar un censo. Es complicado y está lleno de tecnicismos. Así como sucede con las encuestas, el diseño de las preguntas, el empleo de las palabras, la capacidad de quienes las realizan para establecer una buena comunicación, por no decir la necesidad de hablar con fluidez la lengua de las personas para quienes el español no es el idioma materno, constituyen una seria de valladares difíciles de salvar. Posteriormente viene la interpretación de las respuestas, y por todo ello el proceso es largo y caro. Pero es necesario hacerlas con un intervalo no tan largo. Así como pararse frente a alguien y hacerle preguntas no constituye una encuesta, sino un sondeo, hacer eso mismo para conocer los datos necesitados de manera correcta.

' Las divisiones por edades deberían tener un número mayor para no colocar grupos demasiado grandes.

Mario Antonio Sandoval

Dos datos me llaman la atención. Según ese censo, el 85.0% de los hombres son alfabetos y el 15.0%, analfabetos, mientras en las mujeres el 78.3% son alfabetas y el 21.7 analfabetas, para un promedio de 81.5 y 18.8, respectivamente. Me parecen cifras no concordantes con la realidad y por eso es necesario conocer de dónde salen esos números. Lo mismo ocurre con los años promedio de estudio, en nuestro tiempo existen instituciones capaces de analizar los datos, establecer proyecciones de población, de las necesidades implícitas en este dato, y al mismo tiempo de tener datos lo más cercanos a la realidad. Este censo tiene otro problema: el largo tiempo pasado, muchos años, desde el último. A causa de eso, muchas decisiones de todo tipo tuvieron errores.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.