LA BUENA NOTICIA

Adviento

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Adviento es el tiempo en que la comunidad eclesial y los discípulos misioneros son convocados a preparar la Navidad, a crecer en la dinámica de una esperanza activa y a recibir con fe la presencia continuada de Jesucristo, portador del sentido verdadero de la vida.

' La propuesta de Jesús es: permanezcan alerta, estén vigilantes y vivan preparados.

Víctor Manuel Ruano

Es tiempo de apertura y novedad. Adviento quiere decir “venida”. Es el anuncio de Alguien que está viniendo y debemos abrir la puerta de nuestra vida para que entre. Es tiempo que prepara para la celebración del nacimiento de Jesús, acontecimiento que, si bien tuvo lugar hace veinte siglos en Belén, se actualiza siempre que los seres humanos dejamos que Dios –Amor inesperado y gratuito— irrumpa en nuestras vidas y las transforme para que la sociedad en la que vivimos concrete los sueños de Dios.

El Evangelio con el que iniciamos un nuevo año litúrgico es de san Marcos, 13, 33-37, donde Jesús desarrolla un “discurso apocalíptico”, cuya finalidad primordial es animar y sostener a los más vulnerables, fortalecer y dar esperanza a los pueblos que viven situaciones de crisis y conflictos, de tribulación y desafíos, de persecución y criminalización de la gente de bien. Su propuesta es: permanezcan alerta, estén vigilantes y vivan preparados.

Esta llamada es importante ante la situación que vive Guatemala debido al abandono e indiferencia de las mayorías empobrecidas y descartadas; también por el embate a nuestra frágil democracia originada desde el Estado por las autoridades en sus más altos organismos. Además, es necesaria, porque vivimos en una sociedad donde a unos pocos les va muy bien: políticos, banqueros y sector económico más poderoso, a causa de un Estado en función solo de ellos. Pero a la mayoría les va muy mal: campesinos, obreros, indígenas, familias, a raíz del alto costo de la vida, el creciente empobrecimiento, la injusticia estructural y la necesidad de emigrar.

A ello se suman los altos niveles de corrupción en la esfera pública y privada, las situaciones de impunidad provocadas por un sistema de justicia podrido, un Ministerio Público inútil y mediocre, y por una partidocracia política incapaz de impulsar el bien común. Permitimos que grupos poderosos de mentalidad racista copen las instituciones de nuestra frágil democracia; usurpen nuestro débil sistema de justicia, convirtiéndolo en “un trapo asqueroso” (profeta Isaías). Dejamos que hicieran de la justicia un instrumento de persecución y criminalización de líderes comunitarios, de jueces honestos, de fiscales independientes, de periodistas que no callan destapando las artimañas de quienes ejercen el poder en esta dictadura corporativa.

Ante ese panorama nos corresponde permanecer alerta, hacer crecer la indignación personal y colectiva. Jamás resignarnos ante el aparente avance de los mediocres, corruptos y violentos responsables de la degradación humana de nuestra sociedad y del sufrimiento de las mayorías.

El mensaje de Jesús es una llamada a despertar y a vivir lúcidos, para no dejarnos arrastrar por estas elites a quienes interesa sostener a cualquier costo este régimen de impunidad para la corrupción. Es el momento de levantar la cabeza, reaccionar y mantener activa la resistencia no violenta y la rebeldía al modo de Jesús. Las autoridades ancestrales de los pueblos indígenas lo hacen. Atrevámonos a ser diferentes. No toleremos lo podrido, corrupto e inhumano de la sociedad guatemalteca. Rechacemos tanta mediocridad y falta de sensatez. Urge iniciar desde “los nadies”, los excluidos y descartados el proceso de transformación de nuestra sociedad.

Necesitamos incrementar el número de ciudadanos lúcidos y vigilantes que se atrevan a introducir sensatez en medio de tanta locura, sentido ético en medio de tanta perversidad, calor humano en medio de tanta indiferencia y solidaridad efectiva en medio de una sociedad desigual.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.