CATALEJO

Ahora, a calcular la cifra inevitable de los fallecidos

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Los dos primeros días de la etapa de retorno a la normalidad demostraron la imposibilidad de realizar la idea de Alejandro Giammattei y las principales autoridades de Salud Pública. Desde el lunes, a las 10 am, por medio de redes sociales empecé a recibir numerosas fotos de personas abarrotando mercados y autobuses, porque su muy precaria situación económica les obliga a arriesgarse. Pero también un video mostró el incendio intencional de la comuna de San Lucas Tolimán, en protesta por las medidas para enfrentar a la pandemia, ejemplo claro de azuzamiento, desconocimiento e ignorancia, por muchos motivos, incluyendo religiosos no católicos. Ayer, multitud se incrementó, y con eso la mortalidad causada por el coronavirus iniciará un indudable crecimiento.

' Esta cifra de muertos debe ser comparada con los fallecimientos debidos a otras causas, como enfermedades y crímenes.

Mario Antonio Sandoval

Es indudable este aumento de la cifra de muertos en todo el país, especialmente pero no exclusivamente en la región del centro, sede de la capital, Chimaltenango y Sacatepéquez. Será necesaria entonces la macabra tarea de predecir el número de víctimas mortales, en base a dos aspectos: el primero, cómo ha ido aumentando de manera progresiva en las últimas semanas, y predecir un número de víctimas, sobre todo mortales. Luego, la dura realidad permitirá saber si el número en mención es igual o supera lo calculado. El segundo, si es superior, permitirá conocer cuánto ha costado en número de víctimas la decisión de abrir la economía nacional, con la meta de evitar decesos causados por las consecuencias fatales de no abrir la economía.

También es segura una explosión en el número de víctimas, ahora menor al real a causa de la precaria situación del sistema de salud, tema del cual nadie puede dudar.Esta nueva enumeración puede también tener como causa la correcta manera de contar los muertos, muchos de ellos fallecidos en su casa, sin haber recurrido a la infraestructura médica en general. Las condiciones de Guatemala, país cuyos indicadores sociales pelean por los últimos lugares de América Latina y del mundo, no desaparecerán aunque haya una correcta y prolongada actividad del gobierno, de las instituciones estatales o privadas e igualmente de la población, por las razones ya señaladas antes. El país, entonces, está a las puertas de un serio incremento de las víctimas.

Por eso tampoco es prueba de profunda capacidad de discernimiento, darse cuenta del largo tiempo de las consecuencias derivadas de decenas de años de corrupción, descuido, ignorancia y también de la terquedad de la mayoría de la población. Los gravísimos daños a la economía ya son innegables y esto contribuye a alargar de manera imposible de predecir el tiempo de recuperación. El turismo, por poner un ejemplo clarísimo, se mantendrá mal por un largo e indeterminado tiempo, porque a la vez depende de la recuperación económica de los países de donde se originan los visitantes y también de la confianza de los turistas de escoger a Guatemala, necesitada de ser un lugar barato en el precio de los vuelos y en las tarifas de todos los servicios.

El conteo de las vidas truncadas debe ser presentado ahora en números comparativos con las demás causas de muerte: enfermedad común, edad, accidentes, crímenes. Es necesario porque, a pesar de todo, se deben mantener valientemente y lo más posible el espíritu positivo y la esperanza. La nueva normalidad de la vida no se conoce, aunque ya hay algunas tenues muestras de cómo será. Vale la pena recordar: toda crisis presenta siempre una o varias oportunidades, aunque estén escondidas y sea necesario descubrirlas. Se debe además comprender la imposibilidad de regresar al pasado, y la necesidad de ver al futuro como un lugar donde serán hechas realidad nuevas formas de la relación de los seres humanos entre sí y con la Madre Tierra.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.