POR LA LIBERTAD

Austeridad

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Guatemala está creciendo este año a un ritmo que podría llegar 5% del PIB en términos reales, en el mejor de los casos, según el Banco de Guatemala. Las remesas siguen entrando a un mayor ritmo que en años anteriores, el comercio internacional sigue creciendo fuertemente, el precio de los principales productos agrícolas de exportación va al alza.

' Estamos viviendo un espejismo en corto plazo, ya que estamos gastando hoy lo que tendremos que pagar mañana.

Ramón Parellada Cuadrado

Este crecimiento va de la mano del de las economías mundiales, recuperando apenas parte de la gran pérdida del año pasado por las medidas restrictivas de los diferentes gobiernos del mundo sobre sus economías. La cadena de suministros de materias primas y productos terminados está topada y con tremendos cuellos de botella. Los precios se están disparando y se nos viene una época de inflación, por el exceso de dinero emitido por los bancos centrales.

Es un buen momento para aplicar medidas que contrarresten la potencial inflación, así como potencializar el crecimiento económico a niveles mayores. Una de las formas más rápidas de lograrlo es reduciendo el gasto público del Gobierno; es decir, que el Gobierno aplique medidas drásticas de austeridad. Esto significa eliminar todos los programas que no son función del Gobierno, reducir las contrataciones de nuevo personal, cerrar dependencias, secretarías y hasta ministerios que realmente sobran y han sido focos de corrupción en el pasado.

Esta austeridad debería permitir balancear el presupuesto, que actualmente está sostenido con mucha deuda pública, a modo de que se evite seguir endeudando al país. Estamos viviendo un espejismo en corto plazo, ya que estamos gastando hoy lo que tendremos que pagar mañana, con intereses y en montos que nos ahogarán. No lo vemos, pero así será.

Pero ahí no queda todo, la reducción del gasto público permitirá a la vez eliminar ciertos impuestos y reducir otros. Esto dejaría en manos de los que generan riqueza más capital para poder seguir expandiendo sus operaciones y generar oportunidades de mejora de nivel de vida para todos los guatemaltecos.

Chile logró tasas de crecimiento por encima del 7% durante dos décadas, con medidas muy duras de austeridad. Venían de una economía totalmente destruida por el gobierno de Allende y la recuperaron con austeridad y con prudencia fiscal. Eliminaron impuestos, especialmente los que afectaban la capitalización, dejaron que el mercado funcionara libremente sin intervenciones en fijación de precios ni regulaciones innecesarias de toda clase de tarifas, desregularon rápidamente, permitiendo que las actividades fluyeran sin mayores restricciones. Abrieron el comercio exterior, prohibieron que el Banco Central le diera préstamos al Gobierno (esto lo tenemos en Guatemala, pero lamentablemente ya se usó una cláusula excepción el año pasado, donde se le otorgó un préstamo al gobierno central), y se logró una simetría fiscal, creando en los diputados un sistema de responsabilidad fiscal. Se prohibieron los déficits fiscales. Y su sistema de Seguridad Social es mil veces mejor que lo que tenemos en Guatemala.

Aunque me gusta mencionar a Chile como ejemplo, advierto que las ventajas que lo hicieron grande y próspero están a punto de perderse. Los chilenos están a punto de destruir el sistema que los hizo mejorar su economía. El fin de semana pasado, Chile tuvo elecciones para la Asamblea Constituyente y el resultado abre las puertas a cualquier tipo de Constitución intervencionista e ineficiente. Lo más probable es que destruyan la actual, que es la que los llevó a tener tanto éxito. Un amigo me recordó recientemente lo que dijo el gran escritor Niall Ferguson hace 7 años: “Chile puede estar comenzando a ejercer su derecho a ser estúpido”. ¡Qué pena!

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).