Cuando la Sociedad Interamericana de Prensa celebró la decisión de un nuevo juicio a Jose Rubén Zamora, sin duda pensó en su realización en corto tiempo, porque está preso desde julio del 2022, pocos días después la publicación en El Peladero de elPeriódico, sarcástica, mordaz e irónica, sobre la cercana relación entre Giammattei y Miguelito. Se afianzó el rechazo nacional por participar en política, manejar una entidad de alto presupuesto creada para él, los abucheos públicos en el estadio y en La Antigua y la suntuosa ropa y bolsos propios, de su mamá y su cuñado y sus declaraciones en medios oficiales.

Zamora, capturado con escandaloso aparato policial, paró con sus huesos en la cárcel de Mariscal Zavala, donde fue víctima de violencia psicológica y su juicio se caracterizó por atrasos y por acciones legales encajadas en “para mis amigos todo; para los demás la ley”. Lo condenaron a 6 años y su contadora, Flora Silva, está en manos de una justicia sólo de nombre. En octubre el juicio fue declarado nulo y se ordenó repetirlo, pero el juez 7º decidió programarlo para el 4 de febrero, es decir, 19 meses después de la captura. Se explica por tratarse de una venganza por el tema del artículo causante de la ira presidencial.

Con el consabido sistema de acusaciones aprovechando errores del periodista, fue encarcelado con lujo de numerosos carros policiales y empezó un juicio atrasado por amparos y otras acciones legales. Llegó a parar a Mariscal Zavala y allí fue objeto de presión psicológica de toda índole, aunque no física. Su caso tiene importancia porque un elemento colateral es la reducción, por temor, de los artículos críticos en la prensa escrita independiente, pero no tiene efecto en los memes y los mensajes anónimos divulgados en las redes sociales, y demuestra tozudez al afianzar la mala imagen en el extranjero.

Vicepresidente 66 días

Tramitar la segura y muy pronta eliminación de antejuicio al vicepresidente Guillermo Castillo no tiene sentido alguno porque su sucesor sólo estaría en el cargo menos de dos meses. Entonces, es obligatorio pensar en dos posibilidades: a) se trata de una humillación con mezcla de venganza debida a sus críticas a Giammattei. b) Es el primer paso para permitir al Congreso elegir al sucesor interino el 14 de enero a causa de alguna acusación contra el binomio Arévalo-Estrada. Esa posibilidad, mientras más se niega oficialmente, más se solidifica la desconfianza.

Al quedar sin quién entregar, el Congreso debe elegir a sustitutos. Los escogidos serán afines al oficialismo y entonces llegarán al ejecutivo excandidatos o gente nueva, sin haber pasado por ninguna elección. La burla es evidente, el espíritu de la ley se hace a un lado y ésta se aplica con toda la aprobación y complacencia de algunos. Sin embargo, hay necesidad de buscar algún subterfugio porque de anularse las elecciones, por reales o presuntas ilegalidades, eso alcanzaría también a diputados y alcaldes. En teoría, sería un precio demasiado alto para el país, pero en la práctica los interesados no tienen motivo para preocuparse. En el diccionario de nuestra política, la palabra imposible
ya fue borrada.

* La presidenta del Congreso, Shirley Rivera, no deliberante sino obediente a las órdenes de su exjefe, se vio obligada a confesar ayer haber recibido la notificación del retiro de la visa estadounidense desde el 5 de octubre, como ya había sido informado oficialmente —sin mencionar su nombre, ni el de los demás funcionarios y Miguelito— por realizar acciones contra la democracia y unirse a la lista Engel. Días antes se rumoró haber intentado viajar a Miami, pero fue expulsada del avión. Una visa es simplemente una aceptación de viaje y puede ser retirada en cualquier momento por el país emisor.