CATALEJO
Debe pensarse en serio sobre el cambio de época
Guatemala comenzó un nuevo cambio de época en una manera no descubierta por algunos, temida por otros, rechazada por otros más, pero en realidad no es un fenómeno singular de nuestro país, sino se está desarrollando con algunas diferencias, muchas veces profundas, en el continente americano en especial, y en otros lugares del mundo, pero el interés específico de los guatemaltecos debe centrarse en este país, su historia con sus luces y sus sombras anteriores y actuales. Es imposible desconectarla de hechos históricos fundamentales, como el cambio de la llegada europea al “Nuevo Mundo”, cómo actuaron España, Inglaterra y Portugal, y cómo perdieron sus colonias, con sangrientas guerras de independencia y la única excepción de Guatemala, hace 202 años.
' Este sólo es un muy breve resumen de hechos de siglos y décadas pasadas para entender algo de nuestra realidad.
Mario Antonio Sandoval
Un elemento básico es la actuación de los europeos con los pueblos originales, víctimas de la ambición por el oro, irrespeto a su cultura —superior en muchos aspectos—. En el siglo XVI España impuso, pero no pudo destruir, la religión y las costumbres, mantenidas hasta hoy en sobre todo México, Perú y Guatemala, áreas de las culturas más avanzadas: incas, aztecas y mayas, aunque éstos últimos por emigración forzada ya eran descendientes de los astrónomos, matemáticos y constructores de pirámides, cuyos avances aun sorprenden medio milenio después. En el sur hubo una integración de los guaraníes y su lengua comparte con el español la categoría de idioma oficial. Así nació un nuevo mestizaje, mezcla de españoles e indígenas agregado a las etnias originales.
En la zona mexicano-guatemalteca persisten tradiciones, comida, vestimentas, música y forma de analizar la vida y la relación con la naturaleza. Ya en la Guatemala post colonial, por la emigración de otros países europeos, también hubo nuevo mestizaje con indígenas y con ladinos, en algunas zonas, y en el surgimiento de ciudadanos nacidos en Guatemala de ascendencia española, alemana, belga e italiana. La Revolución Liberal fue ladina y en términos generales, los pueblos originarios no fueron tomados en cuenta, y esto significó atraso en todos los ámbitos. La Revolución de Octubre dio los primeros pasos para cambiarlo, pero a un paso muy lento. El terremoto de 1976 puede considerarse fecha del inicio del mayor avance educativo superior de los indígenas.
Esto ha ocurrido paralelamente, a mi juicio, con la comprensión paulatina y reciente de los guatemaltecos “no ladinos” y “no indígenas”, especialmente los jóvenes, de la realidad y pensamiento del otro y de ser Guatemala, no Ixchimuleu, el nombre no de un territorio sino de un país mestizo, con un caleidoscopio de culturas ancestrales —tanto indígenas como europeas— ser español el lenguaje, junto con el inglés para comunicarse con el mundo. Las tradiciones deben tener algún cambio: ayer, los 48 Cantones pidieron un Ministerio de Pueblos Indígenas, de labor muy difícil si se debe consultar cada decisión con los ancianos y quién lo dirigirá, por cuánto tiempo, además de comprender lo contraproducente a muchos niveles de haber paralizado al país.
El gran riesgo del nuevo cambio de época es la venganza por tragedias históricas, ceguera ideológica trasnochada, engañosa y malintencionada, no entender ni aceptar la realidad y ventajas de la cultura occidental, así como el error de dividir al país en un mundo ya unificado por la tecnología. Lo ancestral, importante como es, y las rencillas interétnicas no pueden permanecer inalterable. El reto es de todos, pues repitiendo errores no se avanza y el tiempo ya es demasiado escaso. La realidad política de hoy va camino a un retroceso generalizado como producto de la incapacidad o de la falta de voluntad generalizada para entender ese cambio de época, si no se entiende la urgencia de atacar la corrupción y comprender las causas de la insostenible situación actual.