Desde ginebra

El comercio exterior como herramienta para el desarrollo

La función básica del Estado en materia de comercio exterior es lograr el bienestar de la población.

El comercio exterior trae innumerables beneficios y oportunidades para los países en desarrollo, se puede considerar como un motor clave del crecimiento, reducción de la pobreza, generación de empleo e impulso de las exportaciones e importaciones. El desarrollo del comercio exterior aporta de lado de las importaciones el abastecimiento de bienes para la producción y el consumo, y del lado de las exportaciones genera las divisas necesarias para atender el abastecimiento, como también facilita la producción destinada a la exportación. En ambos casos la actividad del comercio exterior incide en la industrialización del país, toda vez que la producción requiere de bienes de capital e insumos del exterior para la fabricación de productos, tanto para el consumo interno como para la exportación.


Por lo anterior, se puede afirmar que el comercio exterior es el soporte fundamental para el desarrollo de la actividad productiva y el desarrollo económico en general. Esta actividad genera empleo digno, satisface las necesidades de consumo de bienes no producidos en el país; en una palabra, el comercio exterior genera bienestar. Mientras que la función básica del Estado en materia de comercio exterior es lograr el bienestar de la población y su desarrollo permitirá que este bienestar se produzca naturalmente, pero es el Estado el que tiene fundamentalmente que promover las actividades que impulsen el desarrollo.

Se puede afirmar que el comercio exterior es el soporte fundamental para el desarrollo.


Por un lado, el Estado debe promover y facilitar el comercio exterior a fin de lograr que se exporte cada vez más y con mejor calidad internacional a precios competitivos, y por el otro, que se importen los insumos necesarios para la producción y el consumo en las mejores condiciones de oportunidad, cantidad y calidad. El Estado, en su rol de regular y facilitar el comercio exterior, a fin de evitar que se distorsionen los objetivos planteados de promoción del comercio exterior. Es decir, en este caso el Estado debe participar impulsando la economía del país y de manera que no constituya un tropiezo para la actividad productiva. Para promover el comercio internacional, los países deben adoptar medidas que faciliten este proceso con la simplificación de los procedimientos asociados con la importación y exportación, reducción de tiempos y costos para las transacciones comerciales y la eliminación de las barreras no arancelarias al comercio, entre otros.


Para cumplir el rol antes mencionado, el Estado debe estimular mecanismos de política económica que influyen directamente en el cumplimiento del objetivo de bienestar del país. Es evidente la influencia que en el desarrollo del comercio exterior tienen la política tributaria, arancelaria, cambiaria y la infraestructura que adopte el Estado para generar el empleo digno y el bienestar de la población. Los países en desarrollo, que se vieron en su momento obligados a desarrollar políticas de industrialización, con insumos más altos, debieron ser más eficientes para que su producto fuera competitivo en el mercado internacional.


En Latinoamérica, en la década de los 70, las políticas asumidas fueron la de sustitución de importaciones con una franca protección a la industria nacional, con alguna selectividad en materia de desarrollo de la producción y al agotarse esta se inició una política de promoción de las exportaciones no tradicionales. En los años 80 al 85 se adoptaron políticas de apertura en materia de importaciones, manteniéndose una política exterior de mercados abiertos.

ESCRITO POR:

Eduardo Sperisen Yurt

Embajador. Representante permanente de Guatemala ante la OMC. Fue primer presidente y fundador de la Gremial de Exportadores de Productos No Tradicionales y presidente del Grupo de Negociación multilateral del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC.