Catalejo
El imparable naturacidio está acabando con el país
La mezcla de irrespeto a la Naturaleza, burla a la ley, corrupción por ambición exagerada, destruye sin misericordia al país.
Los efectos de la imperdonable forma de actuar por muchos años en la totalidad de sectores sociales en Guatemala en contra de la naturaleza, permiten hablar de ´naturacidio´ provocado por múltiples factores centrados en irresponsabilidad, ignorancia y subdesarrollo educativo e intelectual. En pocos días me han llegado dos videos filmados por conscientes ciudadanos unidos por el horror de los efectos para la calidad de vida, en general. Ambos demuestran realidades de las cercanías del lago de Atitlán, y son caídas de aguas de un color negro petróleo, unas provenientes de la cabecera de Sololá y otras lanzadas desde el desagüadero de Panajachel y dirigidas al lago, cuyo color azulverde ya está desapareciendo y comienza su trágica “amatitlación”.
La mezcla de irrespeto a la Naturaleza, burla a la ley, corrupción por ambición exagerada, destruye sin misericordia al país.
Una señora filmó el segundo video y con voz preocupada, pero inocente, pide al Ministerio de Ambiente hacer algo. En este “aguacidio” general sobresale el río Motagua, convertido en una sucia alfombra de desechos plásticos cuyo efecto alcanza las playas de Honduras y está a punto de provocar un conflicto. Los árboles parecen ser enemigos de quienes construyen edificios en la capital. Ahora mismo circula otro video de protesta porque la municipalidad capitalina autorizó la tala de un bosque para construir un centro, como ya lo hizo una comuna anterior con ese mismo motivo. Poco a poco, pero inmisericordemente, la ciudad al verse desde un helicóptero o un dron, es una masa informe de edificios de cualquier tamaño y forma en todas las zonas.
Varias son las razones: hay normas pero muy pocos las respetan; en el concepto de desarrollo sólo piensa en lo material, no lo natural. Se ignora, o peor aún, no se obedecen, de las consecuencias a futuro mediano y lejano de la destrucción del manto freático de agua, del cual proviene el 60% de la consumida por la ciudad, cuya cantidad es cinco veces mayor a la recomendada, por lo que la actual falta de lluvias es un asunto muy serio. Un factor fundamental es concientizar sobre de la importancia de la suma total de cada uso. Esto deriva de la tala de árboles. A mi juicio, ya llegó el momento de educar a los ciudadanos a través de campañas para explicar uso racional del agua en el aseo personal de todo tipo, para reducir su uso.
Otros elementos fundamentales se refieren al buen estado de las alcantarillas, tanto de las casas como de las municipalidades, en especial la capitalina, del mantenimiento constante y muy bien hecho, del sistema de distribución del agua limpia proveniente de los depósitos municipales y de la ya convertida en aguas negras. La falta de trabajos correctos fue señalada hace algunos años la ciudad de México, con la campaña “gota a gota, el agua se agota”. Aquí sería “miles de galones más miles de galones, el agua se va a montones”. Y un tema adicional es cómo dividirla entre quienes la usarán para sus necesidades vitales mínimas y quienes ya las tienen solucionadas y la desperdician. Este es, obviamente, un muy complicado problema político.
En resumen, la naturaleza de Guatemala, exuberante como era hasta hace muy poco (hace 40 años, la ruta a Flores, Petén, estaba cubierta de gigantescas caobas y otras maderas preciosas) y ahora en muchos lugares parecen ser praderas sólo aptas para el ganado. A la orilla del Pacífico y en ciertas áreas de Izabal, los bellos bosques de mangle, las palmeras y los árboles eran enormes. Hoy resaltan algunos entre el vacío. La combinación de ignorancia y pobreza está matando al país, sin importar si son los fríos Cuchumatanes, el valle de la capital o el trópico. La cada vez menos eficiente burocracia provoca el desaliento popular y la emigración a lugares donde perderán su esencia familiar y nacional como resultado aparentemente indirecto del naturacidio implacable.