CATALEJO

El muy valioso ejemplo de los colegas Chamorro

|

En Nicaragua, por tres generaciones ha destacado la familia Chamorro en sus valiosas actividades periodístico-políticas en una mezcla imposible de evitar a causa de las dictaduras de Nicaragua, primero con los Somoza y luego con Daniel Ortega. Su largo historial incluye la valiente tarea en el diario La Prensa, de su propiedad desde 1932, y como muchos otros diarios latinoamericanos, el ejercicio de un periodismo independiente le costó la vida a su director Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978 por el somozato. La tarea fue continuada por su viuda, doña Violeta Barrios de Chamorro, y sus hijos Cristiana y Carlos Fernando, aunque este al principio apoyó al sandinismo antes de darse cuenta de sus reales intenciones. La señora humilló a Ortega al derrotarlo en las urnas.

' Al clan Chamorro lo encabeza doña Violeta, quien derrotó en las urnas a Ortega y con ello provocó el profundo odio del dictador.

Mario Antonio Sandoval

En la actualidad ese nefasto nuevo dictador, el de más tiempo aferrado al poder, decidió eliminar a todos los aspirantes con posibilidades de derrotarlo, como lo había hecho doña Violeta, por lo cual Ortega se dedicó a no permitir tal posibilidad. Por ello acusó falsamente, gracias a jueces-títeres, a los dos hermanos Chamorro Barrios y otros adversarios. Ella fue condenada a ocho años y, por supuesto, a Ortega no le importaron las protestas de numerosas s instituciones periodísticas y de derechos humanos. Él debió huir hacia Costa Rica, donde reside ahora, y por ello no pudo participar en unas “elecciones” cuyo único calificativo correcto es haber sido una burla sangrienta, literalmente.

El tercer hermano, Pedro Joaquín, también víctima del ortegato, está preso en la cárcel política El Chipote. Siguiendo las nuevas tácticas de los dictadores, Ortega, para dar una imagen –según él— de no ser un vengativo dictador, decidió dar arresto domiciliario, pero una impagable multa de tres millones de dólares a Cristiana, y metió presos hasta al chofer de ella. Mientras, doña Violeta, a sus 94 años, ve con dolorosa tristeza esta tragedia familiar y nacional. Tuve el gusto de conocerla poco después del autogolpe de Serrano y la llegada de Ramiro de León Carpio y me llamó la atención su carácter campechano, como es tan común en los sufridos hermanos nicaragüenses, quienes parecen estar condenados a vivir eternamente entre dictaduras de derecha o de izquierda.

Pero lo más preocupante es la propagación del virus dictatorial en el Istmo centroamericano. Como ejemplo claro, Giammattei y sus adláteres ya iniciaron los ataques a los periodistas guatemaltecos, entre ellos Juan Luis Font, con el agravante de acusar al abogado defensor de ser “cómplice” de su defendido. Es una aberración y la rosca de abogados serviles ya deberían haberle advertido la ilegalidad e inconstitucionalidad de tal criterio, cuyo fin es impedir a los sindicados encontrar un defensor legal. Es perverso. Algo similar sucede con el cipote Bukele, quien comienza a entender la complejidad de gobernar e impuso estado de excepción, lo cual le permite ordenar sin límites.

Aunque muchos no pueden verlo, por un simplismo ideológico ya superado por la historia o por incapacidad y falta de análisis en las consecuencias a mediano y largo plazo de lo decidido politiqueramente, Guatemala a manos del giammatteiato navega a toda velocidad al mismo puerto. Estos ataques a la prensa independiente, sobre todo la escrita, demuestran —oh ironía— el temor de los tiranos a no tener el control de lo publicado. Los Chamorro pueden ser criticados, pero no por abandonar la lucha sino para que los ciudadanos puedan tener, mantener o recuperar la libertad de expresión. En lo personal, solo conozco a doña Violeta y no a sus hijos, pero aunque sea así, manifiesto hoy mi solidaridad profesional y mi gusto por compartir muchos de los principios de esta familia.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.