LIBERAL SIN NEO
El país de rehén
Pusieron al país de rehén, sin que esté claro quiénes son “ellos”. Con seguridad no es “el pueblo”; ente abstracto. Nunca hay que desperdiciar una buena crisis y como suele ser, el legítimo descontento popular, la indignación generalizada, es pronto capturada por grupos organizados con tácticas probadas, estrategia y fines definidos. La energía de los descontentos es cooptada por personas y organizaciones que saben exactamente lo que quieren y cómo alcanzarlo.
' El respeto al derecho ajeno es la paz; no hay tal cosa como un bloqueo pacífico.
Fritz Thomas
El respeto al derecho ajeno es la paz; no hay tal cosa como un bloqueo pacífico. La manifestación como muestra de oposición, descontento y petición de manera pacífica y respetuosa de los derechos de otros tiene autoridad moral y legitimidad, independientemente de su ideología o causa. Puede expresarse a favor de la autoridad o en contra de ella, aplaudir el anarquismo o el comunismo, la prohibición o legalización del aborto, el ateísmo o la evangelización, mientras sea pacífica y respete el derecho ajeno. La resistencia pacífica puede conseguir sus objetivos porque demuestra que la razón auxilia su causa, argumento y petición, o bien hace evidente que es apoyada por una mayoría significativa. Es capaz de persuadir que es inherentemente justa o evidencia contundente respaldo popular.
Cuando la manifestación o protesta actúa de manera violenta y coercitiva, pierde esa autoridad y legitimidad. Bloquear el paso en calles y carreteras es violencia organizada, no busca hacerse escuchar y persuadir, sino intimidar y chantajear. Impedir el paso en vías públicas es robar a otros de lo que les es propio, su capacidad de trabajar, de ir y venir como quieran. La distancia que separa el bloqueo de la pedrada, el incendio y el saqueo es corta. La línea que separa al “auténtico” manifestante y el “infiltrado” es borrosa. Una aglomeración de personas que por sus pasiones y convicciones está dispuesta a violar los derechos y propiedad de otros puede convertirse en turba envalentonada.
Capturado el movimiento, la narrativa evoluciona; pasa de defender el resultado de las elecciones al vocabulario de la lucha de clases. La retórica busca por todos los medios que se asocie al sector empresarial organizado con la corrupción y las trincas para obstaculizar la transmisión pacífica del poder. Nada importa que las diferentes cámaras y organizaciones empresariales han hecho pública su exhortación a respetar el resultado de las elecciones, la integridad institucional y el orden constitucional.
El presidente electo actúa con ambivalencia: por una parte llama a la protesta y agradece el apoyo, y por otra declara que no tienen control de las manifestaciones. Arévalo podría actuar como estadista, hacer un llamado público para que cesen los bloqueos coercitivos y pedir que las protestas y manifestaciones se realicen de manera pacífica. Podría decir sí a la protesta, no al bloqueo, porque es esencialmente violento; posicionarse como un líder que promueve la concordia y el respeto.
La capacidad de convocar manifestaciones y bloqueos, incluso movilizar turbas, es un arma que podría emplearse en el futuro para conseguir fines políticos. Es probable que Bernardo Arévalo y Semilla enfrenten dificultades para lograr los votos necesarios en el Congreso para aprobar políticas y leyes específicas. Ya en el poder dispondrán de recursos y poder que multiplique su capacidad para movilizar fuerzas de choque y desorden para lograr sus objetivos políticos. Ya no sería para defender la democracia, sino las legítimas aspiraciones del pueblo, las demandas de la población o las fuerzas del progreso.