SIN FRONTERAS
El Times y el Post coinciden con dos historias sobre Guatemala
Esta semana de noviembre, y de manera coincidente, dos periódicos principales estadounidenses, el New York Times y el Washington Post, publicaron historias escritas acerca del proceso de financiamiento que usan las poblaciones guatemaltecas para lograr la cara inversión de pagar a un coyote el viaje que los conducirá hacia el norte. Para mayor coincidencia, ambas historias ponen su atención sobre la participación de instituciones bancarias en el financiamiento de esta actividad tipificada por ley como delictiva y, en especial, mencionan la cercanía que ha tenido Banrural con las comunidades campesinas que están en el epicentro de la gran explosión migratoria del presente siglo.
Para el Post, el periodista Kevin Sieff puntualiza cómo algunas de las instituciones financieras que participan en estos préstamos fueron una vez alimentados y fortalecidos por el Banco Mundial y —alarmantemente—, la oficina de ayuda internacional de Estados Unidos (Usaid). Estos, según lo escribe Sieff, habrían fortalecido durante las últimas décadas el sistema de microcréditos que hoy en día son tan comunes y tienen tanto alcance a nivel rural en Guatemala.
Por su parte, la historia publicada por el Times, escrita por la periodista Emily Kaplan, destaca más una tendencia de estos campesinos, tradicionalmente carentes de fuentes de financiamiento, a obtener estos créditos aduciendo motivos legales —como la ampliación de una vivienda o la compra de equipo para la agricultura— y la tácita complicidad de los empleados bancarios quienes otorgan esos créditos, a pesar de intuir que el motivo real del préstamo es el pago a un coyote. Es de resaltar el drama expresado en este artículo que recogió historias comunes hoy en día en todo el territorio nacional, sobre personas y familias que han perdido o están en peligro de perder su patrimonio, por haber tenido intentos fallidos de alcanzar el “sueño americano”. Y en especial, el matiz con el que concluye el artículo, expresando el sentir generalizado entre la población rural, que confía en que la migración continuará. Esto a pesar de los esfuerzos gubernamentales por enviarles el mensaje de que las fronteras están cerradas.
' La tendencia creciente de quienes emigran es pedir prestado, no a bancos, sino a prestamistas informales.
Pedro Pablo Solares
Es importante mencionar que ambos periodistas, Sieff y Kaplan, hicieron dedicados y minuciosos viajes a la profundidad guatemalteca para encontrar las versiones que sus medios lograron publicar. Conozco y hablé con ambos, y doy fe de la legítima dedicación profesional con que buscaron encontrar la verdad. Pero principalmente concluyo en el interés que me produjo el que hayan observado y publicado acerca de la tendencia creciente de quienes aspiran a emigrar a pedir prestado —no a instituciones bancarias— sino a prestamistas informales, quienes incluso pueden ser personas conocidas, vecinos o familiares. En entrevistas, durante mis últimos viajes a Huehuetenango, Quiché y Alta Verapaz, fue lo que más encontré. Comerciantes locales, como los propietarios de una tienda, que creen en el producto —el viaje ilegal—, conocen a la familia que pide el préstamo, obtienen la garantía real deseada, y, principalmente, apuestan en quien emprenderá esa larga travesía. Me hace recordar al bigotudo señor entrevistado en uno de esos pueblos, hace unos cuantos meses. Siendo el dueño de la tienda local, no reconoció abiertamente haber dado el dinero para financiar el viaje de una muchacha. Pero la sorna en su sonrisa cuando contó que ella “lo había logrado”, creo yo, que lo delató. “Esa niña siempre fue chispada”, dijo con un suspiro de orgullosa satisfacción.
Aquí el enlace para ambas historias:
New York Times: https://www.nytimes.
com/2019/11/05/world/americas/guatemala-banrural-immigration-loans.html?smid
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Washington Post: https://www.washingtonpost.com/world/2019/11/04/migrant-debt-cycle/?arc404=true