POR LA LIBERTAD

En defensa de la libertad

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El mundo entero está polarizándose cada vez más. Una derecha conservadora que sigue cerrándose al comercio internacional e inmigración y una izquierda radical que se vuelve cada día más violeta e irrespetuosa de los derechos individuales. Ambos extremos tienen sus falencias e incongruencias. Quienes se han acercado al centro terminan perdiendo su esencia y a la vez el favor de sus votantes. ¿Se puede hacer política defendiendo principios sin cederlos?

' La defensa de la libertad por sí misma se justifica no solo por eficiencia, sino por ser moralmente superior a cualquier otra alternativa.

Ramón Parellada Cuadrado

Definitivamente no solo se puede, sino que se debe. Lo hemos visto recientemente con la campaña en favor de la libertad y contra el comunismo de los opositores de Isabel Díaz Ayuso quien arrasó en la Comunidad de Madrid. Lo hemos visto también en Ecuador con la victoria de Guillermo Laso quien desde hace años fue consistente en su discurso a favor de la libertad. Ninguno cambió su discurso y ambos se apegaron a los principios que dicen defender. Aunque no hubiesen ganado, lo que deseo destacar es la valentía con que defendieron los principios en los que creen y que se basan en los derechos individuales de absolutamente todos sin excepción. Estos son los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.

Pero no basta defender estos principios, hay que ser congruente con ellos. Los políticos tienden a hablar demasiado y mentir, por ello hay que ver lo que hacen durante su vida y en especial en su carrera política. Si han favorecido la libertad y los principios fundamentales que hemos mencionado entonces se ganan el respeto y el voto de la gente. Siempre he dicho que la gente no es tonta, que prefieren la libertad a la esclavitud, la vida la a muerte y que se protejan sus pertenencias y no que les sean expropiadas.

Lamentablemente todas las promesas que hace la izquierda apelando al corazón, justicia social, eliminación de la desigualdad no solo no se pueden cumplir, sino que les permite justificar por la fuerza la eliminación de las libertades individuales, atentan contra la vida de los ciudadanos, expolian al que genera riqueza o le expropian la misma. Tampoco la derecha conservadora respeta los derechos individuales cuando quiere imponer sus visiones de moralidad a la fuerza como lo es, por ejemplo, la guerra contra las drogas, entre muchas otras, su proteccionismo a industrias y productores locales a costa del consumidor y su rechazo a los inmigrantes. Ambos usan la coerción para llevar a cabo ciertos propósitos. Atentan contra los derechos individuales y los principios fundamentales del ser humano. Los que van al centro se llevan una mezcla de violaciones a los derechos individuales de ambos lados. Son los peores porque se vuelven populistas, van sin rumbo definido y no son para nada consistentes. Confunden al votante y crean caos institucional. En todo caso, estos sistemas, que son la mayoría, incrementan el gasto público y el tamaño del gobierno.

La defensa de la libertad por si misma se justifica no sólo por eficiencia sino por ser moralmente superior a cualquier otra alternativa. Cuando alguien nos hable de eliminar la desigualdad, por ejemplo, analicemos si lo hará vía crecimiento económico en libertad o si pretende usar la fuerza para quitarle a unos u darles a otros, quedándose ellos con la mayor tajada. Cualquier ofrecimiento de un político debe ser analizado y tamizado en base a si respeta o viola los derechos individuales a la vida, la libertad y la propiedad. Es obvio que los políticos dirán que no violan estos derechos, pero no nos engañemos porque la mayoría hace uso de la fuerza para lograr sus objetivos.

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).