CATALEJO

Estar empadronado no significa ir a votar

|

El Tribunal Supremo Electoral terminó anoche la inscripción de los empadronados, cuyo número era calculado por esa institución en 9.2 millones de personas. En teoría, la victoria en primera vuelta requeriría de 4.6 millones de votos favorables, pero este número es irreal en la práctica porque el promedio de participación popular en las elecciones anteriores ha sido de menos de la mitad, y entonces la victoria en primera vuelta necesita de 2.07 por ciento de votos favorables en la primera vuelta. Históricamente, la participación en la segunda tampoco ha sido mayoritaria, con un par de excepciones, y todo esto permite predecir de nuevo a un gobierno producto de la votación mayoritaria de la minoría y por tanto legal, pero no representativo de la voluntad popular.

Varios de los aspirantes ya tienen las credenciales para participar en la elección e incluso tienen la inmunidad otorgada por el TSE. Sin embargo, en base a subterfugios y a decisiones contradictorias o derivadas de supuestas razones legales, el número de candidatos puede seguir reduciéndose, algunos con posibilidad real o percibida de ir a segunda vuelta. Arzú llegó a las 2.30 pm con la ilusa esperanza de participar y de integrar una de las dos parejas de aspirantes en las elecciones definitivas del 20 de agosto. Nadie entonces puede predecir cuántos llenarán las papeletas para permitir a los ciudadanos votar por el aspirante de su preferencia, ni analizar a los participantes porque se debe esperar la decisión del TSE, ojalá dentro de esta misma semana.

A causa de no ser obligatoria la participación, los ciudadanos pueden —como debe ser— abstenerse de votar, y esto reduce la participación. Hoy, esa decisión tiene varias razones: ya no creer a los candidatos y sus promesas, absurdas y sin posibilidades de ser cumplidas, aún en el remoto caso de ser auténticas y no solo una forma de engañar a los votantes, porque los aspirantes desconozcan los laberintos de la manera de gobernar y piensen en lograr vía las urnas una autoridad de hecho monárquica absoluta. De hecho, coincide con el deseo inconsciente de la mayoría ciudadana. La ley permite esta buena característica del sistema electoral guatemalteco porque esa ausencia es en muchos casos un voto de antisistema.

' El último día del empadronamiento fue una lamentable muestra de cómo será la primera vuelta dentro de 96 días.

Mario Antonio Sandoval

¿FIESTA CÍVICA? La UNE decidió realizar ayer una pachanga callejera como parte de sus actividades proselitistas. Ayer lo hizo frente al TSE, a donde llevó a un grupo de tres jóvenes cantantes cuyo estilo, interpretación, vestimenta y música no comento porque “en gustos no hay nada escrito”. Hace dos elecciones, en una playa del Pacífico deleitó a los asistentes, casi todos varones, al mitin con el baile de una señorita olvidadiza, quien sólo recordó colocarse mini ropa verde, es decir, el color del partido. Ayer era el día del cierre del empadronamiento y el acto fue un mitin político, prohibido por lógica elemental. Era notoria la uniformidad de las camisas de los asistentes, cómodamente sentados en sillas alquiladas, puestas a todo lo largo de la 6ª avenida, impidiendo el paso.

La filmación ordenada por la UNE circuló en redes sociales, y cuando la recibí a las 9.30 am iba acompañada de 63 mensajes, todos, sin excepción, críticos, burlones, insultantes, de los cuales escogí algunos: circo a la altura de los magistrados… cutre evento, a nivel de los falsos doctores magistrados… pensé que se trataba del cierre de la cantina del pueblo… en este caso no hay obstrucción a la libre locomoción… Es de la UNE, ¿qué esperas?… Vivo remedo de la miseria política del país, tanto de autoridades como de candidatos… no sabía que la presidenta (del TSE) también cantaba; polifacética, la belleza… Hace décadas se hablaba de las “alegres elecciones” de Guatemala. Ahora son causantes de una mezcla de ira, tristeza, rabia. Retroceso a cien por hora.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.