CATALEJO
Fracaso para el TSE
Nadie debe sorprenderse por el fallido intento del Tribunal Supremo Electoral en su solicitud de sugerencias de cambios a la ley reguladora de los procesos previos a los comicios. Ninguno de los partidos políticos envió nada, lo cual es explicable porque una docena de ellos se encuentran ya eliminados del mundo político nacional, y aunque no fuera así, sería una bobería pensar siquiera en interés por mejorar ese marco legal. Apenas cuatro organizaciones civiles presentaron propuestas: la Asociación de Estudiantes de Derecho de la Usac, la de mujeres mayas Moloj, Amigos de Desarrollo y la Paz, de Alta Verapaz, y Convergencia para la Reforma Política y Electoral.
' Era predecible: el TSE fracasó en su apresurada solicitud de sugerencias para cambios en la ley electoral.
Mario Antonio Sandoval
Como era de esperarse, a este fracaso contribuyó el cortísimo plazo otorgado por el TSE. Ante esto, el ente electoral decidió alargarlo para el 15 de diciembre, lo cual resulta ser igualmente inoperante. A mi criterio, se confirma la intención de presentar el trabajo con ese corto tiempo, para así poder culpar a los errores como efectos de la falta de interés de las instituciones sociales del país. Debería ser innecesario insistir en la necesidad de no dar una fecha fija, sino supeditarla a cuando se hayan realizado las reuniones necesarias o se hayan estudiado las propuestas de las entidades sociales. Puede ser, también, prueba de la falta de análisis de las consecuencias de actuar como lo hicieron.
La ley aquí comentada necesita cambios, cuya urgencia no debe hacer a un lado la importancia de hacer bien las cosas. El TSE no tiene en estos momentos la capacidad de cambiar la mala imagen afianzada durante el anterior proceso electoral, un hecho cuya culpa es compartida con el Ministerio Público. De haber actuado en forma distinta, los aspirantes hubieran sido otros y, obviamente, también el resultado. Lo mejor es eliminar la nueva fecha, para ajuste de penas muy cercana a las festividades de fin de año, cuando el interés nacional gira sobre todo alrededor de las celebraciones. Los magistrados del TSE aún tienen oportunidad de mejorar la percepción y la realidad de su trabajo.
Nuevas arremetidas
El Congreso continúa en su decisión de causar el mayor daño posible para el país en los pocos pero peligrosos 58 días faltantes para el fin de este teo-des-gobierno. Las acciones realizadas por ciudadanos e instituciones interesadas en detener y derrumbar las acciones terribles de un parlamento integrado no solo por quienes realizaron el pacto de corruptos, sino por otros adosados de hecho a este grupo porque quieren aprovechar hasta el último instante con el mencionado y perverso fin. Ciertamente es necesario poner orden en temas como la prisión preventiva, la edad de los acusados, cuando es avanzada, y otros, pero se debe hacer sin dedicatoria política.
Estos cambios, aun si se les considera bienintencionados, no tendrán efecto o lo tendrán poco, a causa de la necesidad de tener más jueces y más infraestructura de todo tipo. Los motivos para señalar las inconsecuencias legales no solo son numerosos, sino han sido señalados y criticados por instituciones relacionadas y por comentaristas especializados. Las sugerencias del Congreso no se deben ver desde la óptica teórica, sino la más valedera, es decir la realidad nacional. Pero para ello es urgente la decisión de la mayor cantidad posible de sectores para presentar, de hecho, un frente nacional contra el abuso, la corrupción y el vandalismo derivado de las curules.
En envalentonamiento de los diputados, sus sonrisas sarcásticas cuando acaban de aprobar engendros de absoluta inmoralidad social, se puede comprobar fácilmente la mala intención, el deseo de vengarse porque no fueron reelectos o porque sus “partidos” se encuentran naufragando. Vale la pena recordar: los malos triunfan o se salen con la suya a causa del desapego, de la cobardía o la falta de comprensión de los ciudadanos respecto de sus derechos frente a los desmanes congresiles. Basta una mirada para darse cuenta, con sus gestos, cómo en una mayoría abrumadora los llamados a representar al pueblo solo se representan a sí mismos y a los intereses de su gentuza.