Catalejo

Ganan 98 medallas, pero no los libera de la maldad

Nuestros atletas en las dos últimas justas internacionales, ganaron 98 medallas. La mala fe los deja fuera de París 2024.

Cuando alguien quiere causar daño a alguien y por ello toma venganza contra víctimas inocentes, demuestra su bajeza moral y su escasa capacidad de pensar, todo ello como producto de una maldad y perversión a toda prueba. Este es el caso de los diputados opuestos y funcionarios de otras entidades, así como los  directivos actuales del cuestionado Comité Olímpico Guatemalteco (COG), ambos convertidos en los verdugos de los jóvenes deportistas guatemaltecos, lo cual es especialmente abominable cuando este último causó la suspensión del olimpismo chapín. Por ello, solicitar ahora una reunión con Bernardo Arévalo es una nueva burla, pues sin duda se hará pero sin logro alguno porque los directivos no tienen la menor intención de solucionarlo.

Las rozas ya deben desaparecer, como sin duda lo prueba el incendio del volcán de Agua.

Los atletas nacionales no pudieron participar como representantes de Guatemala en los juegos centroamericanos de El Salvador y Panamericanos de Chile. Los resultados fueron excelentes, en las dos competiciones, de 98 medallas, de las cuales 19, casi una de cada cinco, fueron de oro y 23 de plata (una de cada tres), y es la mayor cosecha de Centroamérica. Ahora no podrán ir a los olímpicos de París en julio, a causa de interpretación espuria del Tribunal del Deporte Federado y de la CC, la cual actuó sin legalidad. Nada tiene qué ver la Constitución guatemalteca, porque el olimpismo es una institución internacional y privada  —como los scouts, los rotarios—. El empecinamiento y la terquedad escondieron la ambición por los fondos —suspendidos junto con el COG—. Ahora, quieren cobrar su derrota con esta venganza.

Quienes se oponen tienen o han tenido relación con el gobierno anterior y por ello, hay un factor político —o más bien, politicoide— innegable. Bernardo Arévalo en su viaje a Europa se entrevistó con el presidente del COI, quien ofreció el regreso y el pago de los gastos. Ahora, con la tonta idea de causarle daño interno, alguna gentuza no quiere cumplir con las condiciones. Veo con incredulidad los nombres de cuatro diputadas, quienes demuestran no tener ninguna diferencia con sus colegas varones. Faltan tres semanas para arreglar el asunto y permitir así la participación de los atletas. No se logrará. Creo necesaria una andanada de mensajes de los jóvenes del país para demostrar el rechazo de quienes vemos con asco y rabia esa prueba de maldad y subdesarrollo mental.

Rozas deben desaparecer

Desde hace varios días, el volcán de Agua es el escenario de un prolongado incendio cuyo avance ya se encuentra a algunos metros del cráter. Al saberse como causa de esta tragedia a la práctica ancestral de las rozas, parece imposible no darse cuenta de haber llegado el momento de terminar con esa peligrosa práctica, especialmente indebida a causa de la disminución de los bosques como consecuencia de la tala de árboles. El fuego ha sido combatido y se ha reducido, pero no parece haber razones para dudar de su fin cuando ya no quede nada por quemar. Las lluvias están lejanas y se sufre el fenómeno natural de El Niño. El bello volcán será ahora convertido en una pirámide gris por la ceniza. En el combate a las llamas participaron bomberos y vecinos voluntarios, expuestos a los efectos del humo. Igualmente, helicópteros volaron para lanzar elementos químicos y Taiwán colaboró para cubrir gastos. Mientras, numerosas mujeres de los municipios aledaños preparaban comida para llevarles a los valientes apagafuegos profesionales o improvisados. El comité encargado de combatir los desastres también cumplió con su tarea. La belleza del volcán en los amaneceres y atardeceres se vio oculta por la ceniza. Los bosques guatemaltecos están amenazados por la tala y también por las rozas, ambas producto de la falta de educación de sus riesgos y por eso cuando ocurren fenómenos naturales, como las lluvias, ahora exacerbadas, y presentes en cada invierno.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.