CATALEJO
Gente de la SAT destapó un viejo secreto a voces
Casi la totalidad de los guatemaltecos tiene muchos años de tenerlo claro: las aduanas son los lugares donde entra el contrabando al país. Haciendo una comparación podemos ver a los malhechores no colándose por la parte trasera de la casa, sino muy fácilmente por la puerta principal, de la cual tienen llaves, están conchabados con el guardián, además de haber adormecido a los perros cuidadores. Las declaraciones de las principales autoridades de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) no dejan duda a por qué los integrantes de la corruptocracia se pelean casi a muerte por controlar, de hecho, casi la totalidad de los productos ingresados al país, sobre todo de manera ilegal, la fuente de las fortunas mal habidas causantes del atraso nacional, al ser la fruta amarga de la corrupción.
' Las manchas de estas ilegalidades alcanza directamente a todos los burócratas de cualquier nivel, comenzando con quien ejerce la Presidencia.
Mario Antonio Sandoval
El descaro es total. No se entregan las imágenes de circuito cerrado en los puertos Quetzal y Santo Tomás, e igualmente la aduana del aeropuerto La Aurora. La garita de control de los contenidos de los barcos en el Pacífico casualmente fue destruida por un tráiler y no ha sido reparada. A las bodegas y rampas en manos privadas no puede entrar la SAT, y esto provoca el ingreso de los llamados contenedores negros. Obviamente no es el cien por ciento de los casos, pero esa situación sin duda alguna facilita las tareas de contrabando, ya sea objetos o también cargas con cualquier tipo de estupefacientes, tarea facilitada por el enjambre tanto de avionetas como de jets pertenecientes a los narcos y abandonados muchas veces en las tierras peteneras. En ambos casos las fuerzas armadas de aire, mar y tierra actúan poco o no lo hacen..
Muchos contenedores “desaparecen”. Por el puerto Quetzal ingresaron 2,590 contenedores, se esfumaron 240 y sobraron 72; en la aduana APM entraron 2,249, desaparecieron 107 y sobraron 107. Por Santo Tomás, las cifras fueron: 1,805 de ingreso, 98 faltantes y 65 sobrantes. La Comisión Portuaria Nacional registra un ingreso de 5 millones 642 mil, lo cual equivale al 40% de todo lo registrado por el sistema de medición. Estas cifras no son inventadas ni tienen motivaciones politiqueras, sino son oficiales y tienen la particularidad de demostrar cómo esa realidad afecta al país en los ingresos y en la capacidad de invertir en los imprescindibles rubros de salud, educación y caminos, sin lo cual el futuro de Guatemala de hecho prácticamente no existe.
Conforme pasan las semanas se afianza el convencimiento ciudadano no solo de la magnitud de la corrupción en sí, sino de los terribles efectos para el atraso del país. Pero también aumenta el rechazo popular, pues se comprendió por fin su derecho humano y sobre todo político y social de acabar con los corruptos y rechazar los súbitos ascensos en la escala económica. No es algo inherente ni mucho menos justificable en el ejercicio de la cosa pública y los ataques deben también ser dirigidos a quienes financian estos robos perversos. Es asqueroso ver a los corruptos de antes hoy convertidos en personas aceptadas por una parte también vergonzosamente grande de quienes por desidia o por cobardía no tienen la entereza de exigir el castigo de esta gentuza.
La realidad destapada por valientes funcionarios de la SAT obliga a tener cuidado con las personas a quienes se les da la responsabilidad de manejar el ingreso de mercancías al país, pero también de poner nuevas condiciones a quienes se les ha autorizado la tenencia de lugares a donde las autoridades no entran. Son preocupantes los descargues de barcos salidos de puertos extranjeros no claramente identificados ni investigados como fuentes de embarques sospechosos o, más bien, muy claros. La mancha por realizar esas ilegalidades alcanza directa o indirectamente a la Presidencia, la Vicepresidencia y casi todos los participantes en cualquier gobierno. Lo peor: a causa de todo esto, los países comienzan a ser identificados o conocidos como narcoestados.