CATALEJO

Guatemala y su actuar ante la nueva realidad

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El resultado de las elecciones hondureñas cambió en forma súbita y drástica la realidad de Centroamérica y en algo la de México, esta última relacionada con la de Estados Unidos, debido a razones de geopolítica mesoamericana y a la vez de la política de alto nivel desarrollada con China y Rusia, o más bien entre Joseph Biden, Xi Jinping y Vladimir Putin. Estos últimos dos países siempre han sido adversarios de la Unión Americana y, a 76 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, están mostrando su fuerza ante un país victorioso entonces, pero hoy con la imagen de estar debilitado por los problemas internos partidistas, étnicos y sociales. Es necesario recordar esto, porque el Istmo se encuentra a un máximo de tres horas de vuelo de la Florida.

' Lo ocurrido en Honduras puede tener efectos en la campaña electoral de Guatemala, a un poco menos de dos años del fin de este régimen.

Mario Antonio Sandoval

La política exterior guatemalteca no existe y la torpeza reina e impera. Las clarísimas advertencias estadounidenses contra la corrupción no fueron atendidas, con el resultado de haber sido Guatemala y sus tres vecinos hacia el suroriente agregados a la lista de “non gratos” continentales. La abstención para condenar a Venezuela fue una de las razones para la exclusión a la próxima cumbre de países democráticos. Pero como muchas veces sucede, la victoria de Xiomara Castro de hecho le puede otorgar una nueva e inesperada oportunidad al inepto gobierno giammatteiesco porque, sin duda, en Honduras será muy sólida la ayuda de países de clara animadversión contra Estados Unidos, y sus intereses nacionales se pueden ver afectados en diversas formas.

Por razones distintas, la coyuntura hace que coincidan los intereses guatemaltecos con los estadounidenses, pero en las actuales circunstancias urgen decisiones diplomáticas fundamentales: cambio de canciller y de embajador en Washington, y con ellos un buen número de funcionarios de la Cancillería, casi todos sin astucia y con poca capacidad, aunque tengan largos años o corto tiempo de labores. Este canciller y el anterior provocaron la salida de personal de todo nivel con experiencia, Urge, a mi criterio, pedir colaboración a diplomáticos nacionales para enderezar esa naufragante nave a la deriva. Muchos de estos exfuncionarios están convencidos y en algunos casos lo comentan y lo escriben. Si se les pide ayuda, es necesario entregarles la mesa limpia.

Esos cambios no solo son en la diplomacia. También se necesita hacerlos en otras áreas de la administración pública, como las fuerzas militares, ahora empantanadas en señalamientos, rumores y presuntas evidencias de la situación del país y relacionadas con el narcotráfico, tema de añeja y gran profundidad en Honduras, y por ello un reto de primera importancia para la presidenta recién electa. No actuar en Guatemala sobre la base de tales necesidades también es un riesgo para nuestro país. Es momento de afrontar las consecuencias de haber actuado con corrupción en todas las áreas del gobierno y del Estado. El tiempo se está acabando con celeridad y las elecciones guatemaltecas están a dos años, sin poderse ver en el horizonte político algún cambio para bien.

Los obcecados en participar en ellas deben abstenerse, como parte de esa nueva forma de actuar. Tampoco es momento de candidaturas producto de sueños de opio de alguien sin ninguna posibilidad. Al riesgo representado por lo ocurrido en Honduras, en Guatemala se agrega uno muy peligroso: una elección con el resultado de una división étnico-rural y capitalina. El país no está preparado para enfrentar esa posible realidad llevada a los organismos y poderes del Estado, con la grave posibilidad adicional de convertir al vocablo “plurinacional” como la atomización de un país de apenas 108 mil kilómetros cuadrados. A algunos les sonará exagerada esta profecía, pero se debe recordar: si es posible, puede suceder. Sobre todo en esta tierra.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.