CATALEJO

Hora de recapacitar sobre algunos conceptos

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Nayib Bukele tiene el apoyo popular para ser declarado presidente vitalicio, según dijo a The New York Times el vicepresidente Félix Ulloa, quien admitió el plan de eliminar la democracia, no desmantelarla, y reemplazarla con algo nuevo, idea esta última causante de incertidumbre. De hecho, entonces, ese plan existe y explica muchas motivaciones del mandatario salvadoreño para sus decisiones. Sus detractores confirman esa sospecha; sus seguidores se regocijan, ante la realidad de la eliminación casi total de las maras, lo cual impide ver a muchos el costo para quienes eran inocentes, ni los numerosos y consecutivos ceses de garantías individuales para lograrlo. (En Guatemala, Rafael Carrera se autoproclamó así en 1854, hace 170 años. Único caso continental).

Esta declaración de Ulloa es de hecho la apertura de una puerta a la necesidad descubierta en pensadores de diversos criterios, acerca de la necesidad ya sentida para recapacitar y reflexionar, en base a los resultados de haber aplicado conceptos sociopolíticos de democracia, elecciones, voto universal, alternancia en el gobierno. En nombre de la democracia han sido cometidos errores de consecuencias históricas desastrosas, y se siguen cometiendo, en parte porque su definición es demasiado amplia y se presta a dudas, incertidumbre y confusión porque se puede interpretar de distintas maneras.

Los gobernantes tiranos, desde la antigüedad, ha sido posible dividirlos en benévolos y opresivos. Casi todos nacen según la primera categoría, pero luego les es imposible no caer en la segunda al enamorarse del poder absoluto. En la Grecia Antigua en algunas ocasiones era designado un tirano con una caracterización de rey-legislador, como es el caso en El Salvador como efecto de controlar el poder en todos los poderes de Estado. Todo esto lleva a pensar en el concepto de tiranía de la mayoría de los votantes y es más problemático cuando las elecciones tienen una indudable participación mayoritaria con lo cual se asegura la legitimidad, en su sentido de algo justo, no simplemente legal, pero no suficiente para detener posibles abusos de cualquier naturaleza.

' En El Salvador ya empezó a aparecerse el fantasma de la terrible presidencia vitalicia.

Mario Antonio Sandoval

Los hechos tienen entre sus características, ser fríos y comprobables. Por su parte los conceptos, es decir las ideas concebidas o formadas en el pensamiento humano, tienden a cambiar, eliminarse o desarrollarse a través de la Historia, y por eso tienen relación con la manera de interpretar, percibir y reaccionar ante los hechos. Cuando los conceptos empiezan a debilitarse a causa del resultado de los hechos, no puede evitarse y, lejos de eso, debe estimularse la reflexión con el objeto de adaptarlos a las nuevas realidades. Esto no significa cambiarlo todo, sin excepción, ni dejar de comparar conceptos tradicionales, antiguos, ancestrales, con los novedosos, ni tampoco implica el abandono de principios y valores éticos, aunque a veces también su revalorización.

En Guatemala ha habido una reforma constitucional, sobre la base de los acuerdos de paz, fracasada por haberse mezclado con otros temas: Del 12% participante, la mayoría los rechazó. Pero eso fue posible porque no existía la posibilidad de beneficiar a alguien de manera específica. Sin embargo, no hay necesidad de cambiarla, sino solamente hacerle cambios a algunos artículos de la Ley Electoral y de Partidos Políticos. La burla de la prohibición a la elección como ocurrió en el caso de El Salvador puede llegar a efectos parecidos a una virtual presidencia vitalicia. Lo ocurrido en El Salvador es, verdaderamente, una tragedia derivada del control absoluto de los tres poderes del Estado y de la entidad dedicada a dirigir los procesos electorales. No verlo constituye una voluntaria ceguera y un lanzamiento colectivo al barranco.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.