Catalejo

Imposible división total del eje izquierda-derecha

Izquierda y la derecha son conceptos teóricos y su existencia depende de la extensión de acuerdos racionales y comunes.

La actual confrontación ideológica interna de Guatemala, ya a punto de convertirse en una leguleya “amparocracia” raya en lo absurdo porque puede llevar al homicidio de la democracia cometido por los ciudadanos, al buscar tiranías. La judicialización de todo y todos ya tiene aburridos y desesperados a muchos, y por eso está naciendo la búsqueda de ideas de conocedores de la política como ciencia y como fundamento de la sociedad. Me encontré un libro interesante del doctor Santiago Armesilla, exmarxista, quien en su libro La política en cien preguntas (Editorial Nowtilus, 2020) confronta de manera directa algunos aspectos aplicables con exactitud en la actual lucha entre las derechas y las izquierdas del continente latinoamericano. Resumiré algunas.


La Izquierda y la Derecha (I-D) nacen juntas y su origen es teológico porque marca la separación entre el Trono y el Altar. Ambas no existen en el sentido único; la I por ser un mito oscuro, confuso, y parte de explicaciones no-científicas, aunque se le relaciona con el racionalismo (meditar, analizar) y con la idea de capacidad de todos para conocer la Verdad. La D. se divide en alineada y no alineada, y ambas han ido convergiendo poco a poco con las izquierdas definidas o indefinidas, es decir socialdemócratas y comunistas. Convergen con el actual liberalismo, el cual puede tender a la I. o a la D., para dar lugar a la “tercera vía”, la cual rechaza la planificación centrada comunista y el laissez faire neoliberal, ambas llevadas al extremo.


El centro político, supuestamente, se supone colocado a la mitad entre I y D, o el autoritarismo y el libertarismo. Si imaginamos una circunferencia donde cada posición posea la mitad, y ello suponga negar las razones y motivos del otro simplemente no existe. La I acepta algo de la D y viceversa. Si vemos a una amarilla y a la otra azul, por ejemplo, se creará un área verde de varios matices y en esta zona es donde radica la posibilidad de mejorar a una sociedad, pero esta fracasará si no tiene libertad individual ni tampoco aceptación a las debidas tareas del Estado. Llegar a eso es alcanzar cierto tipo de madurez e implica también un área de ideas y de criterios, pero en especial la decisión de escuchar, dialogar y respetar los criterios. No hay otra forma.

De nada sirve ganar una guerra atómica: todos mueren, los muertos no votan ni apoyan.


A mi parecer, es un factor útil el hecho de la militancia política previa del autor porque sus señalamientos y críticas se basan en su conocimiento desde adentro. No significa aceptación total de sus criterios —por cierto no todos presentados en este artículo— pero la forma en presentarlos en el libro y su lenguaje claro ayudan a quienes ven con preocupación el camino hacia el profundo abismo donde el país camina. Siguiendo el ejemplo, esa área verde de factores comunes entre el amarillo y el azul tiene numerosos matices, según se acerque a los colores primarios. Al leerlo hace algún tiempo comprobé la imposibilidad de acuerdos si no se cede en algo, si no se toma en cuenta la realidad específica de la sociedad guatemalteca, necesitada de un cambio interno.


La situación actual del país, sobre todo a partir del resultado de la segunda vuelta electoral, ya está llegando a una crisis proveniente de los errores de todos los involucrados, a lo cual se agrega la mala fe, la irracionalidad, ceguera, empleo de cobardes mensajes anónimos. No se escapa nadie y por eso parece estar llegando la convicción del accionar ciudadano, ideologías y activismos aparte. Pero no solo es aquí: el continente americano, desde Estados Unidos hasta el estrecho de Magallanes, está sumido en una sorda lucha peleada por gente dispuesta a destruir a los países con tal de salir victoriosa. De nada sirve ganar una guerra atómica: todos mueren, los muertos no votan ni apoyan y, guardando la distancia, en nuestros países hoy se pelea con esa irracionalidad.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.