CATALEJO
Información anticipada es medida fundamental
En su discurso del miércoles, el presidente Alejandro Giammattei hizo dos reproches muy directos a la población. Luego de pedir “que nos dejen trabajar”, señaló dos temas. Uno, los “ataques” de quienes criticaron por medio de las redes sociales la decisión de dejar en un área aislada del aeropuerto La Aurora a las personas enviadas por avión desde Estados Unidos por carecer de documentos. La segunda se relacionó con el fallido intento de gente de varios cocodes de Quetzaltenango de incendiar el local donde estaban siendo llevados los deportados provenientes de México por tierra, y señaló con claridad lo absurdo de destruir instalaciones y de culpar a quienes llegaron, como si la totalidad de ellos estuvieran contaminados.
' Los datos no deben provenir de interpretaciones oficiales, sino de fuentes confiables, para eliminar dudas y sobre todo intenciones negras.
Mario Antonio Sandoval
Pero las críticas no necesariamente son ataques. Estos tienen el fin de perjudicar, destruir u ofender. Eso se aplica a quienes se acercaron a las instalaciones con esos fines, pero no en las opiniones divergentes con el actuar gubernativo. En ambos casos hay un elemento en común: la ignorancia y el desconocimiento, dos de los derivados más claros del miedo, o sea de la angustia (congoja, ansiedad) por un daño real o imaginario. El daño causado por el coronavirus no es imaginario, sino real, medible. Son poquísimos los guatemaltecos no conscientes del peligro de una “ecuadorización” del país, aunque es innegable la pronta respuesta del gobierno ante la crisis, adelantada incluso a la de países como Estados Unidos, sobre todo, Italia y España.
Otro factor es la desconfianza popular a lo expresado por este y los anteriores gobiernos guatemaltecos, debido a tantos años de mentiras. Si se agregan la tan precaria situación económica, los sueldos bajos y la estulticia de sentirse los guatemaltecos superiores a la ley. La única forma de detener los rumores y las malas interpretaciones es anunciar las medidas antes de aplicarlas, si es posible, o inmediatamente después, como fue el caso del aeropuerto. El miércoles, buena parte del tiempo de su discurso lo dedicó el doctor Giammattei a explicar la imposibilidad de tomar los exámenes para poder dejar libres a los retornados sin la posibilidad de contagiar a sus familiares. Haber dicho esto hubiera ahorrado críticas explicables ante la falta de información.
Las cifras dadas por el gobierno, por otra parte, deben tener fuentes sólidas, no solo la interpretación de los funcionarios, quienes por reacción natural no aceptan las críticas luego de trabajar tanto. La noticia de haber investigado a los habitantes del cien por ciento de casas de 315 comunidades también debió haber sido expresada antes, o con mayor despliegue, por su importancia Es allí donde se demuestra la necesidad de personas con experiencia real en el equipo de comunicación. El vicepresidente señaló por su parte la fecha de “después de junio”, demasiado amplia. Podría ser entonces el año entrante, y eso encaja en ser después de junio del 2020. Lo peor a la falta de información es otorgarla sin la claridad indispensable, sobre todo en momentos de crisis.
Una frase importante fue “para que haya economía, debe haber vida”. Por otro lado, creo arriesgado dar el número exacto de 17,751 personas muertas en un año, y 300 mil afectados. No se puede saber eso ni cuánto durará. Por ello se debe ahorrar hasta el último centavo y reducir los sueldos de la alta burocracia, eliminar los compromisos con los leoninos pactos colectivos burocráticos e incluso analizar la posibilidad de dejar sin sueldo a los diputados y salir del inútil Parlamento Centroamericano. La lucha contra el coronavirus es una guerra, y la economía lo es también. No caben superficialidades. La población está dividida en dos: aquella cuya confianza está puesta en él por convencimiento, y la segunda por no tener opción. La meta es lograr ese convencimiento en todos.