La buena noticia

Jesús, nuestra Pascua

Jesucristo ha venido a llenar el anhelo de plenitud del corazón humano, arrancando lo que impide su felicidad: el pecado.

La celebración de la Semana Santa es inminente. Están muy próximos los días solemnes en los que se conmemora la pasión, muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo.  A partir del Domingo de Ramos, el fervor religioso aumenta de forma gradual hasta llegar a su punto más alto en los días del “Triduo Pascual”.  El Viernes Santo parece ser el día más notable de la semana.  A pesar de ser una jornada que invita al recogimiento y a la penitencia, el barullo de las reuniones festivas, las aglomeraciones y, por supuesto, las procesiones, son parte de las costumbres fuertemente arraigadas. Desafortunadamente para quien no está iniciado en el ciclo celebrativo cristiano, otros muchos momentos importantes pasan inadvertidos.  Sin embargo, la perspectiva litúrgica nos remite siempre a la Pascua como fiesta primordial que se celebra de manera particular todos los domingos del año.

Las falsas expectativas sobre lo que se espera de Jesús producen frustración.

La pascua ritual cristiana celebra la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión.  Es la fiesta central del cristianismo y para entenderla es necesario hacer referencia a su antecedente en la Pascua hebrea. Un texto anterior a la era cristiana llamado El poema de las cuatro noches, describe la Pascua judía como el pivote de la historia del hombre; es el recuerdo de la salvación que tiene lugar en la historia del antiguo pueblo de Israel.  Para el cristiano, la nueva y verdadera pascua es Cristo.  Él ha sido inmolado y ha resucitado para dar a la humanidad una nueva y definitiva esperanza. En el lenguaje de la teología, la frase “misterio pascual” es utilizada generalmente para indicar el conjunto de eventos que giran en torno a la pasión, muerte, resurrección y glorificación de Jesucristo.  Cuando hablamos de misterio, no lo hacemos en el sentido del lenguaje corriente, como si se tratara de algo secreto, enigmático, inalcanzable o incluso tenebroso. Entre otras cosas, la palabra “misterio”, en clave cristiana, hace referencia a la revelación de Dios en Jesucristo.  La pascua de Cristo es, por lo tanto, el momento culminante que recoge en sí todos los grandes momentos de la historia de la salvación.

El origen de la Semana Santa se puede encontrar en la antigua tradición proveniente de Jerusalén en donde se hacía memoria de los últimos eventos de la vida de Jesús según la cronología del evangelista San Mateo. Estos días anteriores al domingo de Pascua tienen como núcleo central la memoria de la pasión del Señor. El momento culminante será la celebración del Triduo Pascual, que dará comienzo la noche del Jueves Santo, continuará con los “oficios” del viernes y finalizará en la gran vigilia del sábado por la noche. Pero antes, la “Semana Mayor” dará inicio con la celebración del “Domingo de Ramos”.  Ese día conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén poco antes de su pasión.  Al inicio del rito se leerá el Evangelio de San Marcos, con el relato del acontecimiento.  Jesús es aclamado como el Mesías: “Bendito el que viene… Hosana”.  Pero más adelante se lee el relato de la “Pasión” según el mismo evangelista.  El giro es inesperado: de la alabanza se pasa a la crítica, del elogio a la condena, de la ovación al abucheo… Las falsas expectativas sobre lo que se espera de Jesús producen frustración.  Al inicio de la Semana Santa vale la pena que nos preguntemos cuáles son nuestras expectativas y qué esperamos de Él.  Jesucristo ha venido a llenar el anhelo de plenitud del corazón humano, arrancando lo que impide su felicidad: el pecado.  Quien espere esto no quedará decepcionado.

ESCRITO POR:

Tulio Omar Pérez Rivera

Licenciado en Teología Litúrgica por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma. Durante varios años fue párroco en zonas indígenas cakchiqueles. Actualmente es obispo auxiliar de Santiago de Guatemala.