Catalejo
La “amnesia súbita” afecta a la clica política
La amnesia súbita es la culpable, del olvido de las promesas de funcionarios de todos los niveles.
Guatemala, debemos recordar todos, es el país donde flotan las piedras. Por eso no debe extrañarnos esa rara enfermedad calificada por la ciencia local como “amnesia súbita”, la cual como su nombre lo indica aparece de pronto y es exclusiva entre políticos, politiqueros, presidentes, diputados, alcaldes, magistrados de toda clase. Los guatemaltecos, sin conocimientos, con mala fe y como prueba de una injustísima conclusión, la ven como una gemela de la corrupción. Según ellos, no existe el constante sacrificio por la patria, iniciado con su integración a partidos políticos cuya integridad, valores, posiciones ideológicas a toda prueba y sobre todo una larga experiencia en el manejo correcto de cualquier tipo de fondos, sobre todo los públicos.
La amnesia súbita es la culpable, del olvido de las promesas de funcionarios de todos los niveles.
Esta amnesia se refiere al pasado, como las promesas de campaña, pero hay otra: la futura, campo de la incapacidad de entender los cambios sociales, políticos, económicos. En ninguno de los casos, es culpa de quien la sufre, sino de ser víctimas de alguna de las miles de enfermedades del ser humano, como la ceguera y la sordera afianzadas por la nula voluntad o la incapacidad de entender, por disminución de neuronas. Por eso es tan injusticisísima y vergonzocísima la actitud de una población empecinada en no admitir los sacrificios personales de este conglomerado, a quienes llegan al extremo de considerar integrantes de una clica como la “mara 18”, causante de los igualmente súbitos cambios de casitas por mansiones y de carritos por vehículos de super primera.
Los casos de amnesia súbita es mejor ejemplificarlos con los más recientes. Entre ellos, la disminución de salarios, la ayuda de grupos sobre todo indígenas, la decisión de no participar con la alianza público-privada a Anadie porque sus planes son inconvenientes o imposibles económicamente, pero al día siguiente se anunció haber cedido 90 millones de quetzales de los 14 mil solicitados, lo cual a la vez implica amnesia a la declaración de ser innecesarios más préstamos porque hay dinero en reservas. A esto se agregan dos promesas: a) respecto al km 54 hacia Escuintla y b) la edilicia capitalina de tener listo el puente de Bran en enero, pero los trabajos acaban de iniciarse con piocha, mientras las colas de tránsito alcanzan varios kilómetros y el transporte interno es infernal.
A nadie le debe quedar duda de esa terrible amnesia de los funcionarios, incluyendo los diputados y los integrantes de las cortes y del Ministerio Público, este último con una calidad causante de entusiastas aplausos hasta de sus adversarios y de quienes rechazan su actitud de candidata en campaña a la presidencia, otra invención malsana de gente malintencionada, pues la persecución de los corruptos y la destrucción de sus mafiosidades se cumple a cabalidad, sin diferencias ni prebendas. Por esto, la lucha para eliminar la plaga de la amnesia súbita no puede esperar. Si no se hace, Guatemala se hundirá como una hoja seca hasta llegar al fondo, pues en Guatemala eso es lo normal y todos estamos debidamente acostumbrados por los años de sufrirla y atestiguarla.
Adiós a un colega suigéneris. El viernes terminó la lucha de Estuardo Zapeta contra una ingrata enfermedad. Su larga carrera periodística lo llevó a participar en la prensa escrita, la televisada, como Guatevisión, y la radial, como Libertópolis y fue uno de los grandes representantes del pensamiento libertario sin límites definidos. Su profesión la ejerció con valentía, sin anonimato, y queda el recuerdo de ideas plasmadas con firmeza, a veces con un humor negro referente a su situación étnica, pero con bases atendibles y sobre todo con respeto, aunque causantes de controversia, como debe ser. Manifiesto mi solidaridad a su familia y sus compañeros de equipo Marta Yolanda Díaz Durán y Jorge Jacobs, columnista de Prensa Libre, y le digo a él “hasta siempre, Estuardo”…