POR LA LIBERTAD

La anhelada justicia

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Guatemala es un país que carece de un verdadero sistema de justicia imparcial, eficiente y justo. Esto afecta muchísimo al crecimiento económico y creación de riqueza. Podríamos estar a otro nivel de prosperidad con más oportunidades de mejora de nivel para todos si tan solo le pusiéramos la prioridad y debida atención a este problema. Ahora que vienen nuevas elecciones es la oportunidad de que, quien sea que quede, pueda darle la prioridad adecuada.

' La justicia debe ser una sola sin ideologías que la sesguen, sin parcialidades a favor de unos y otros, justicia a secas.

Ramón Parellada

La justicia debe ser una sola, sin ideologías que la sesguen, sin parcialidades a favor de unos y otros; justicia a secas. Una justicia conmutativa, es decir, que restituya lo dañado a las víctimas, ni más ni menos. No siempre se puede, ya que hay casos, como en los homicidios, donde las víctimas no pueden revivir y es una pérdida irreparable. Las penas están establecidas claramente, pero lo que no funciona es la discrecionalidad conque algunos jueces, no todos, imparten su justicia. Algunos elementos que afectan una verdadera justicia a secas es la ideología, el resentimiento, los conceptos que se tienen sobre una u otra persona, la corrupción, las amenazas y algunas otras más. En el caso de la ideología, lo vivimos muy de cerca cuando estuvo la Cicig en Guatemala, que decidió perseguir a gente contraria a la ideología de quienes manejaban dicha entidad. Algunos casos, los menos, fueron correctos. Otros fueron una vergüenza para las Naciones Unidas y nuestro sistema de justicia, al extorsionar a personas inocentes para evitar acusarlas y meterlas en prisión de una vez, sin derecho a libertad condicional mientras se investigaba el caso. También el uso de métodos que nada tienen que ver con la justicia como la compra de testigos falsos. Pero ahí no para todo, cuando terminó el mandato de la Cicig se fueron cambiando los jueces y el sistema se convirtió de uno sesgado de izquierdas a uno de derechas. También con persecución a sus enemigos políticos e ideológicos. Esto es lo que he llamado la politización de la justicia.

La justicia no debe politizarse. Lo vemos hoy en día cuando se niega la participación de ciertos candidatos sin mayor sustento. Hay unos casos en que sí se justifica y se demuestra claramente. Pero tiene que ser una justicia pronta y eficaz. No puede ser que, faltando un mes para las elecciones, no sepamos qué candidatos serán los que participarán en la contienda electoral. Teniendo tanto tiempo, se debió haber resuelto esto antes de aceptar la inscripción de los candidatos, para tener certeza en el proceso electoral.

Se habla de la cooptación de los organismos del Estado, eliminando así la división de poderes. Justamente la división de poderes permite una gobernabilidad más balanceada y pacífica, evitando abusos de los gobernantes. Pero cuando se dominan los tres poderes, la fuerza del gobernante es enorme, y como dijo Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Cuando se elimina la división de poderes de la forma en que sea, el gobernante obtiene un poder absoluto y los ciudadanos quedan desprotegidos. El Gobierno, cuyo principal papel es la justicia y seguridad para proteger los derechos inalienables de los habitantes del país como los son la vida, la propiedad y la libertad, la utiliza a su antojo contra sus mismos habitantes, que quedan desprotegidos de precisamente quien se supone les debe proteger esos derechos.

Una justicia que tarda años en resolverse no es justicia. Una justicia parcial, sesgada, ideologizada, politizada, corrupta, amenazada, falta de recursos, mal pagada, no es justicia. Hay un enorme trabajo por hacer.

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).