LIBERAL SIN NEO

La capucha es intolerable

Los sucesos del pasado viernes en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos (Usac) arrojan más luz sobre un estado de cosas ya bastante alumbrado. Un grupo de encapuchados con antorchas y palos ingresó con prepotencia a un edificio y procedió a agredir verbalmente y golpear a estudiantes y empleados que se encontraban allí. Se armó una trifulca, con varios heridos. Según autoridades de la Usac, dos de los encapuchados que ya fueron identificados fueron expulsados en septiembre del año pasado. PL cita testimonio de estudiantes: “Las disputas se dan entre el Honorable Subcomité de Huelga y la Asociación de Estudiantes de Derecho, por el control de uno de los edificios”. Es decir, un conflicto por “territorios”.

' Se inculca un sagrado derecho a todo y la abierta hostilidad al sistema que los sostiene.

Fritz Thomas

Este no constituye un evento irregular o novedoso. Tristemente, es fácil asociar las palabras encapuchados y estudiantes. Lejos de ser una anomalía, la capucha como pieza del instrumental para protestar y exigir es conducta esperada y tolerada; es parte de la cultura. La capucha, para lo que sea, no puede tolerarse en una sociedad que aspira a la paz y el orden, menos aún en una casa de estudios superiores.

En agosto 2019 escribí una columna titulada Encapuchado es sinónimo de terror y extorsión. Comenté sobre una noticia de junio 2018: “Son al menos 40 personas que utilizan capucha, quienes mantienen un bloqueo total del acceso vehicular a esa casa de estudios”. Otra del 30 de marzo 2019 dice: “Varios encapuchados exigen”, y el 14 de mayo: “Un grupo de estudiantes mantiene bloqueado el ingreso a la Usac”. La elección de rector de la Usac en 2022 fue un proceso colmado de irregularidades. Lo que no fue irregular en el proceso es lo que ocurrió en el Musac: “Un grupo de encapuchados armados con palos tomaron el lugar con violencia”. La toma de edificios, bloqueos y varios tipos de protestas de estudiantes encapuchados son actividades recurrentes que impiden el normal funcionamiento de la universidad y agreden a miles de jóvenes que solo buscan una buena educación para superarse.

El modelo de la Usac ya no funciona. Es un botín demasiado apetecible que ha sido capturado en el sentido organizacional, financiero e ideológico. Es una institución en la que varios focos de poder se codean para mejorar su posición, prebendas y privilegios; una suerte de territorio autónomo con un ecosistema feudal. Ausente está inculcar gratitud y respeto por depender de los recursos extraídos a los tributarios para brindar educación universitaria prácticamente gratuita. Por el contrario, se inculca un sagrado derecho a todo y la abierta hostilidad al sistema que los sostiene, especialmente a la actividad productiva; es cotidiano escuchar que el sector privado es “enemigo histórico del pueblo”.

Señalar el estado de cosas en la Usac no guarda relación con la gran cantidad de catedráticos con auténtica vocación docente y científica y los miles de estudiantes talentosos que se esfuerzan por obtener una sólida formación y experiencia de vida.

Hay al menos dos grandes temas estratégicos. Uno discute si la misión de la Usac es dar batalla por alguna idea de la justicia social, “la lucha” o su protagonismo en “hacer historia”, que la ha hecho presa e instrumento ideológico y político; o si es un centro de estudios superiores dedicado a preparar a la juventud para una vida productiva y virtuosa. Otro tiene que ver con la manera en que esta institución se gobierna y maneja los recursos que los tributarios generosamente le proveen. La Usac es tanto un obsequio como una inversión; su forma de operar tiene que ser reflejo de esto.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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