MIRADOR
La “crisis” de los cuarenta
No entiendo el motivo por el cual la Constitución fija una edad mínima para ser presidente de la República. No hay razón alguna para ese límite, y desconfié mucho más cuando consideré eso de la “crisis de los 40”. Si ahí inician los aprietos personales y emocionales, ¿por qué fijarla como edad mínima para optar a la Presidencia? Parecería mejor dejarlo para los cincuentones —si es que en esa década no hay crisis— o incluso a los sesentones, a quienes la propia constitución exime de la pena de muerte, aunque tampoco comprendo el porqué. ¿Qué discusión tuvieron los constitucionalistas para incluir semejantes e inútiles topes etarios? Me da que la apatía juvenil respecto de la política es, en parte, producto de esa limitante, lo que se refleja en muchas cosas como la falta de empadronamiento de casi 1.5 millones de jóvenes.
' La mayoría de políticos en el país responde a la antítesis del perfil que se enarbola para justificar la edad.
Pedro Trujillo
Cuando en sus mozas ilusiones los jóvenes perciben que hasta llegar a los 40 no podrán optar a la Presidencia, sienten limitadas sus aspiraciones y arrinconan la participación pública como opción. Eso no ocurre en la mayoría de países del mundo en los que la juventud comienza su participación política apenas alcanza la mayoría de edad, sabedores de que nada más que sus capacidades, aptitudes, involucramiento partidario y votación ciudadana limitarán sus aspiraciones. No comprendo el sustento de la traba juvenil más allá de la soberbia, del paternalismo mal entendido o de enaltecer la gerontocracia, especialmente cuando el país tiene casi un 80% de habitantes menores de 40 años.
Alejandro Magno reinó 13 años y murió con 32. En ese tiempo su imperio se extendió desde Grecia, hasta el valle del Indo y Egipto. Napoleón fue proclamado emperador en 1804, con 35 años. Con 39 años, el francés Emmanuel Macron llegó al poder en Francia. Leo Varadkar con 38 años asumió el cargo de Taoiseach, es decir, jefe del gobierno de Irlanda; Sebastián Kurz (31 años), primer ministro de Austria; Jüri Ratas (39 años) es primer ministro de Estonia desde 2016; Volodymyr Groysman fue investido primer ministro de Ucrania en 2016, a los 38 años; Carlos Alvarado ganó la presidencia de Costa Rica con 38 años; Nayib Bukele (37) la de El Salvador; Juan Guaidó enfrenta, como presidente encargado y con 35 años, al dictador Maduro y Tamin bin Hamad Al Znia lidera Qatar con 37 años. También hay autoritarios jóvenes, aunque son menos: Fidel Castro entró en la Habana con 33 años y Kim Jong-un (Corea del Norte) a los 35 es un despiadado dictador ¡Hasta Jesucristo dejó este mundo terrenal a los 33!
Es necesario y conveniente suprimir las limitantes por edad de los marcos constitucionales, excepción de la mayoría de edad. Las ilusiones deben poder encauzarse desde la juventud y el hecho de que no hayan restricciones legales, permite que cada quien genere su propia dinámica y empuje con el ánimo y la ilusión que desee. La edad no es condición necesaria ni suficiente para validar capacidad, responsabilidad y honestidad. No hay derecho a esterilizar a una mayoritaria juventud deseosa de hacer cosas ni válido hablar de madurez, sensatez o reflexión para situar un límite mínimo cuando la experiencia demuestra que la mayoría de políticos en el país responden, justamente, a la antítesis del perfil que se enarbola para justificar la edad.
Es necesario apostar por la juventud, por su ímpetu y capacidad y dejar de “producir” jóvenes desmotivados que convertimos en apáticos ciudadanos políticos, además de promover y perpetuar la indolente y nefasta visión gerontocrática. ¡Claro que así nos va!