CATALEJO

La curiosa batalla del partido demócrata

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A nadie debe sorprender el resultado del juicio político contra Donald Trump en Estados Unidos. Nadie fuera del Partido Demócrata pudo haber pensado en la posibilidad de una expulsión del cargo presidencial cuando el Senado es territorio republicano. Desde la perspectiva de alguien proveniente de Latinoamérica, el fracaso de ese intento estaba cantado desde el principio. Algunos pensaban ingenuamente en la posibilidad de lograr un castigo a un presidente cuyas acciones personales y políticas, estilo de actuar, son tan cuestionables, por decir lo mínimo. Triunfó la ciega disciplina partidista, en ambos bandos, y la “deserción” de un senador republicano, al votar “culpable” al mandatario, solo demostró el verdadero rostro de los políticos, desde ahora únicamente interesados en las elecciones de noviembre, cuyo resultado en favor de Trump me parece incuestionable.

' La batalla Congreso-Senado se volvió una muestra de inquina personal entre Donald Trump y Nancy Pelosi.

Mario Antonio Sandoval

La batalla Congreso-Senado se convirtió en realidad en una enconada lucha personal entre Donald Trump y Nancy Pelosi. Si el plan de ella era desprestigiar y afectar el ego presidencial químicamente puro, al colocar una mancha en la carrera política del multimillonario neoyorquino, quien logró salir indemne pero en un proceso marcado por irregularidades en cuanto a la participación de testigos de cargo para afianzar las acusaciones de abuso de autoridad. De allí llegaron los berrinches: él no le tendió la mano y ella posteriormente rompió en pedazos el texto del discurso. Lamentable, sobre todo cuando ocurre en un país con la importancia mundial de Estados Unidos. Un detalle, dirán algunos —o muchos. Pero los detalles no son insignificantes, sino todo lo contrario.

Entre los senadores estadounidenses hay varios grupos: 1) los republicanos, a quienes sus convicciones personales colocaban en el campo demócrata en esta votación, pero no lo hicieron por temor a perder la siguiente elección. 2) los demócratas, para quienes las cifras económicas del país son suficiente motivo para olvidarse de la obstrucción a la justicia. Tampoco votaron a favor, por las mismas razones. Ahora, ya todos los senadores de ambos partidos tienen su principal tarea en obtener beneficios electorales, es decir la reelección. Eso talvez, solo talvez, se vea reflejado en los resultados de noviembre para el Congreso y el Senado. Donald Trump tiene un riesgo causado por él mismo: abusar de sus celebraciones de una victoria de hoy, pero con riesgo de no repetición.

Ayer, poco antes del desayuno de oración, al llamar malvados, miserables, corruptos, horribles, a sus rivales demócratas, el mandatario abre la puerta a los señalamientos de corrupción en el ejercicio de su cargo. Esa corrupción no necesariamente se circunscribe al campo económico, sino sobre todo tiene relación con el uso indebido de su poder de presión nacional e internacional. La política es la ciencia de lo posible, dice una vieja definición técnico-política. Pero no puede ser, sobre todo en países importantes, una carta blanca para cualquier cosa. La dignidad de los cargos institucionales se destruye o se debilita a causa de la manera como es la personalidad de quienes los ocupan. Pero hay hechos donde no caben las interpretaciones. Esta es una victoria trumpista.

Es difícil entender o explicar la estrategia demócrata. Ahora, para ajuste de penas, hay una batalla interna por la nominación presidencial para escoger a quien enfrente a Trump en la elección. Desde la perspectiva de afuera del país, de todos los aspirantes solo dos son conocidos, Pence —exvicepresidente— y Sanders, quien va en su segunda intentona. El primero de alguna manera mantiene a la política muy cerca de la religión, y el segundo tiene más de siete décadas, su salud no es la mejor y es fácilmente atacable por sus ideas demasiado a la izquierda para el mayormente conservador electorado estadounidense. Todavía caerá mucha lluvia antes de noviembre, pero las cosas, como se encuentran en este momento, permiten predecir el segundo período trumpista.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.