Catalejo

La dificultad de autocriticarse en el ejercicio de la política

La autocrítica se imposibilita por las actitudes de quienes en buen chapín se vuelven chaqueteros o llegan con ese fin.

La crítica o el señalamiento a una idea distinta puede ser sereno cuando es parte de una conversación entre personas con criterios contrarios, divergentes, opuestos y con madurez. Pero cuando es una autocrítica, un análisis personal de las acciones también propias, se vuelve una tarea compleja a causa de la dificultad de descubrir los errores propios. Y si esto se intenta aplicarlo en las decisiones políticas, resulta imposible. Un dirigente podrá pedir opiniones y críticas, pero en la práctica sólo pocos de los seguidores lo harán con sinceridad, pues a este personaje le será más fácil aceptar y halagar las acciones de quien muy pronto o poco a poco llega a convencerse de la corrección de las ideas o las planificaciones, aunque sean simplemente puras tonterías.

La autocrítica se imposibilita por las actitudes de quienes en buen chapín se vuelven chaqueteros o llegan con ese fin.

Rodearse de gente “sí, señor, perfecto, señor, “engendra un gobierno totalitario. Aunque parezca utópico, una nueva solución puede ser llamar a ser gente “¿ya pensó en tal o cual cosa?” y decirlo; “¿rompe esto alguna ley?” y explicarlo; “esto falló cuando se hizo antes” y señalar por qué. La presencia de un grupo con pensamiento distinto y sobre todo lleno de experiencia de vida, tiene la posibilidad de ser inútil si no se le escucha con atención, y cuando se desarrolla en la política guiará a un profundo barranco. Esto puede explicar el innegable y fácil de descubrir fracaso de todos los gobiernos electos popularmente desde la elección para la asamblea nacional constituyente en 1985, en los cuales el retroceso en todos los campos es una dolorosa pero evidente realidad.

Ese grupo de personas resulta mejor si no son conocidas por el público, pues han sido invitados para contradecir y con ello sugerir soluciones intermedias, tendrán un pensamiento colocado entre sitios intermedios, no equidistantes, y de eliminar la defensa fanática y por ello absurda de extremos rechazantes, muchas veces insultantes. Su papel es el de pensar con perspicacia, con agudeza y trabajar bajo la premisa de abandonarlo después de un número determinado de veces en las cuales no tomar en cuenta el consejo causa problemas y con ello comprobar la finalización de la confianza. En realidad, todo asesor debe tomar esa decisión, aunque sea conocida sólo por sí mismo. Otra posibilidad es ejercer su papel solo en determinadas ocasiones, cuando sean llamados.

Los gobernantes tienden a cometer algunos errores muy simples, pero de serios efectos son los grupos mencionados hoy. a) Escoger sólo a amigos o parientes, porque pueden desconocer sobre el tema para asesorar o dar opinión. Si las circunstancias políticas varían y deben ser retirados, termina la amistad o se afecta la relación familiar; b) olvidar la posibilidad y lo útil hacer amistad con quien sepa de un tema, pero nunca habrá éxito si es al revés; c) olvidar un factor: los puestos públicos no están creados para quedar bien con amigos y parientes. En toda esa realidad, la autocrítica serena ­ —no exagerada ni minimizada— ciertamente es una necesidad pero requiere valentía, serenidad y sobre todo estar seguro de no ser quien posee toda la Verdad, como cualquier persona.

Al analizar a muchas de las grandes figuras históricas, es fácil darse cuenta del importante papel de quienes las han rodeado, a veces provocando decisiones terribles castigadas por la Historia como si fueran creadas por el jefe. Es muy particular: hay de los dos casos: los cercanos a ese personaje de la Historia cuyos consejos fueron adecuados y aumentaron la fama de éste, o quienes lograron lo contrario con una sugerencia equivocada o mala. Todo esto tiene relación fundamental con el tema de este artículo: la dificultad de hacerse un autoexamen cuando no se puede estar totalmente seguro de la total buena fe, de la serenidad y del conocimiento de quien por cualquier motivo se llega a integrar un grupo relacionado para bien o para mal, de la Historia de un país.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.