Si me permite

La educación debe ser más que información

Nuestra educación se reflejará en la conducta, sin necesidad de alguna explicación.

“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Pitágoras

Muchas veces, al hablar de educación, lo primero con lo que se asocia es con la escolaridad que uno tiene. Posiblemente esto sea verdad, en parte, pero lo correcto es que debemos entender que la educación es el proceso formativo que recibimos desde nuestros primeros pasos en la vida. Cuando recordamos que iniciamos la vida en los brazos de nuestra madre, recordamos que fue ella quien fue inculcando e instruyendo en nosotros los primeros fundamentos, los cuales nos acompañan el resto de la vida.

Las circunstancias habrán de definir las prioridades que determinan y demuestran mis intereses.

Si como persona fui bien instruido por mis mayores, se evidenciará sin necesidad de hacer algún comentario, y seguramente en mi comportamiento habré de poner en alto todo el esfuerzo que ellos pusieron en mi educación o bien habré de avergonzarlos por mi comportamiento. Los primeros pasos de nuestra instrucción fueron formativos y sobre ellos hemos añadido toda la orientación o educación que vamos asimilando, sea esta en forma formal, en lo académico o bien por instrucción de aquellos que nos acompañan en el devenir de la vida.

En nuestros días hay muchas personas que nos rodean, muchas de las cuales son estudiadas y han tenido la oportunidad de alcanzar logros académicos que nadie discute y tampoco cuestiona, pero cuando se observa el comportamiento que tienen y el modo en el cual tratan al prójimo, uno sinceramente se cuestiona si al adquirir la información que tienen por el proceso educativo no se les ayudó para que el modo con el cual se desempeñan en la vida también fuera estructurado de forma que lograran coherencia entre el conocimiento y el desempeño que tienen en el diario vivir.

Es notorio en las relaciones interpersonales que tenemos que muchas veces juzgamos a algunas personas muy estudiadas y cuando nos informamos nos damos cuenta de que la vida les ha enseñado tantas cosas que van asimilando y han progresado en su conocimiento, y el modo en el cual se proyectan ha sido de no quedarse atrás, sino alcanzar las metas que se trazaron, si bien no han sido favorecidos con las oportunidades que otros han tenido pero que   en su desempeño diario no lo reflejan.

Evidentemente, la vida que vivimos siempre nos desafía a avanzar y esta no debe ser por una presión, sino porque no nace de nosotros. Esto debe ser real en la educación que queremos alcanzar. Pero esto nunca debe ser por simples repeticiones, sino todo lo contrario, escalando y progresando para mejorar y para ser diferentes, no simplemente para que se tenga algo que exhibir o presumir, sino para que, por ser como es, tenga siempre las puertas abiertas en los medios donde se desempeña. No hay cosa más gratificante para una persona que se le reciba y se le acepte por lo que  es y no simplemente por lo que   está aparentando.

Debemos todos poner de nuestra parte para que los que nos rodean puedan avanzar y mejorar en su educación. Esto nos permitirá tener una mejor sociedad y una convivencia, mucho más gratificante y, por consiguiente, estaremos permitiendo que la próxima generación que nos habrá de seguir tenga mejoras y que los avances no simplemente sean de carácter científico, sino en una gratificante convivencia de personas más educadas y más humanas también.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.