CATALEJO

La ex-Tacita de Plata y su durísima realidad

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La capital guatemalteca, me dijo un amigo hace muchos años, es la única ciudad del istmo digna de ese nombre. Por algo la llamaban Tacita de Plata. Sigue siendo la más grande, pero hoy ha sido víctima de factores no siempre imputables a las autoridades ediles, como su geografía, y no escapa a sufrir en toda su magnitud los efectos de descuido, corrupción, nepotismo, amiguismo y falta de visión al futuro de quienes la han gobernado a través de las diversas alcaldías y grupos de gobierno municipal. El más terrible efecto lo constituye la anunciada demanda de Honduras a Guatemala por los daños ecológicos causados en su costa atlántica por la capital y el resto de municipios a lo largo del Motagua, ahora vía de transporte de pavorosa contaminación.

' Los problemas capitalinos requieren soluciones multidisciplinarias. Ya algunos afectan muchísimo a países vecinos.

Mario Antonio Sandoval

Nuestra ciudad, triste es señalarlo, se ha convertido en una enorme cloaca con miles de toneladas de desperdicios no recogidos ni detenidos por la desidia de todos los pobladores, pero también la miopía de los alcaldes, con las excepciones de Colom y Ponciano, quienes —ideologías aparte— fueron los últimos constructores de obras importantes en muchos aspectos, como alcantarillas y fuentes de agua. Estas elecciones, a sólo 30 días de distancia, permitirán a los capitalinos escoger a uno de los varios aspirantes de campañas serias, con la excepción de Marlon Puente, rey del peor de los populismos: insultos, lenguaje soez, vulgaridad, frases propagandísticas vacías en una lamentable copia de algunos aspirantes presidenciales, a quienes sólo les importan espectáculos grotescos.

Un apretado resumen de algunos de los 13 aspirantes permite ver al alcalde Ricardo Quiñónez, descendiente político directo de Arzú, negándose a hablar en público para evitar preguntas o críticas y dedicado a la tarea de arreglar calles para alegrar a quienes cree su base de votos: los automovilistas. Roberto González repite su intento y desea ser alcalde “por madurez”. Carlos Sandoval, de largo historial edil, es exvocero de Giammattei y de Quiñónez. Mario Méndez Montenegro, el oficial, es exministro de Jimmy Morales. Sebastián Arzú tiene ideas interesantes, pero critica con pinzas a Quiñónez, al no poder escapar de la sombra de su abuelo, iniciador del clan, integrado por Roberto, su papá, hoy defenestrado, y su tío Álvaro, constante pero oculto aliado de Zury Ríos…

La inmensa magnitud de la problemática de la capital guatemalteca ya es una tragedia nacional e internacional: necesitar hasta dos horas para llegar de un lado a otro; calles en mal o pésimo estado en muchas zonas; peligro a causa de los miles de motoristas sin control; falta de agua para decenas de miles de personas; basura trasladada hasta el Atlántico por aguas contaminadas; autorizaciones desbocadas de edificios y lotificaciones en lugares peligrosos por la cercanía a los barrancos… Solucionar esto o mitigarlo, necesita estadistas, es decir, quienes son capaces de ver al futuro, como hace décadas lo hizo el futurista ingeniero Raúl Aguilar Batres y sus colaboradores, cuyos planes permitieron por décadas absorber el ahora desbordado tránsito.

Con la excepción señalada, los aspirantes han tomado en serio su papel, pero son demasiados y no tengo espacio para comentar de todos. Los ojos están puestos en Quiñónez y salta a la vista la necesidad de analizar la alcaldía capitalina como el segundo puesto político guatemalteco y su enorme presupuesto. Las obras necesarias van más allá de ciclovías o pasos a desnivel a veces sólo parcialmente útiles (dos ejemplos). Cuando Ubico cayó, Ponce abrió el ubiquismo; ahora, Quiñónez representa en TuMuni el arzuismo, pero le está siendo disputado por herederos de esa criticable dinastía política. Ello marca un paralelo entre la realidad politiquera del país y de la urbe, por lo cual los votantes deben decidir si desean dejar al gobierno edil actual en manos de este clan.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.