POR LA LIBERTAD

La Guatemala que deseo

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Guatemala es un país maravilloso, pero no funciona. Seguimos siendo un país subdesarrollado. Un país donde la pobreza persiste. Crecemos por inercia gracias a la iniciativa e ingeniosidad de los ciudadanos, a pesar del gobierno. Este año, el gobierno ha crecido y se ha vuelto más irresponsable y estatista que nunca.

' Debemos construir un verdadero estado de Derecho con leyes generales, abstractas y de aplicación universal.

Ramón Parellada Cuadrado

Llevamos años de tener un sistema que fomenta la búsqueda de rentas. En la última década no ha habido gobierno que no tenga algún funcionario de alto cargo involucrado en algún escándalo de corrupción. Las propuestas sensatas que se han hecho para hacer cambios al sistema han sido engavetadas por los mismos que viven de la situación actual. El caso de “ProReforma” y otras reformas interesantes a la constitución son un ejemplo de ello.

No podemos seguir así. Estamos agobiados por la cantidad de leyes, regulaciones y reglamentos que complican nuestra existencia, frenan el crecimiento económico y otorgan un poder monopólico a los burócratas y funcionarios públicos. Nuestro crecimiento económico real promedio el 3% anual que descontado por el crecimiento de la población viene siendo el 1% anual. Así los más pobres nunca saldrán de la pobreza en que viven y seguirán buscando emigrar a Estados Unidos donde podrán encontrar esas oportunidades que se les niega en este bello país. El sistema de justicia no funciona y no existe certeza ante la ley para quien quiere venir a invertir millones de dólares creando oportunidades para todos.

Esta no es la Guatemala que queremos y la debemos cambiar. Para ello debemos comenzar cambiando el sistema porque cambiar a las personas es imposible. Debemos buscar un sistema que limite el poder de todos los funcionarios públicos. La Guatemala que queremos implica que:

Debemos construir un verdadero Estado de Derecho con leyes generales, abstractas y de aplicación universal. Aun estamos lejos de este sistema pues lo que tenemos es un régimen de legalidad que no necesariamente implica uno de Derecho con igualdad de todos ante la ley.

Se reduzcan el número de diputados y pongan límites sus funciones separando la política cortoplacista y legislación (derecho público), de las de largo plazo con creación y vigilancia de Leyes (principios generales y abstractos de conducta justa). Que sean electos por nombre y apellido y no por listado nacional de cada partido político. Y que la mitad de estos cambien a medio período. Una de las limitaciones al Congreso debería ser la prohibición que se puedan aprobar presupuestos deficitarios. Esto es que cada diputado debe ser fiscalmente responsable de sus propuestas en gastos al amarrarlas con los respectivos ingresos tributarios y no a deuda.

Despolitizar la elección de los Jueces y Magistrados, así como nombrar vitaliciamente a los que sean electos. Podrán ser removidos con causa probada a modo de dar seguridad en el largo plazo.

Limitar el poder del ejecutivo, especialmente el del presidente de la república para que no abuse del mismo. Podrá ser removido con causa justificada si incumple con sus funciones.

Que entre en función una ley llamada “ley del ocaso legislativo” a modo de eliminar toda ley, legislación regulación y reglamentos que luego de diez años no sea reconsiderada y prorrogada por el Congreso.

Deseo una Guatemala así, basada en ese Estado de Derecho en la que se defienda la vida, la libertad y la propiedad incondicionalmente, en la que podamos actuar respetando los derechos de los demás. Queremos una sociedad en la que actuemos por derecho y no por permisos. Trabajemos para lograr estos cambios. Cuando antes, mejor.

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).