CATALEJO

La horda corrupta ataca ahora a un castillo

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En la Antigüedad, una de las formas en las guerras de destruir a los castillos era sitiarlos, o sea rodearlos de hordas siempre encabezadas por un jefe, llamado adalid o caudillo, por ser su autoridad absoluta. En la Guatemala de hoy en día, se han creado diversos grupos de este tipo, entre los cuales el más notorio resulta ser el pacto de la horda de corruptos, dispuestos a destruir toda la institucionalidad del país. Este calificativo encaja a la perfección, pues se trata de gentuza politiquera nómada, errante. Brinca de una fuente de corrupción a otra, sobre todo en ese grotesco circo llamado Congreso de la República. Esta vez no atacan a un castillo, sino a un Castillo, con mayúscula, cuyo papel en la cúpula de este pseudo gobierno lleva a considerarlo desempeñado con decencia.

' Ya están cooptados la impresentable Corte Suprema, el parcializado Ministerio Público. Se amenaza ahora a la vicepresidencia del país.

Mario Antonio Sandoval

El jueves, la desprestigiadísima mala imitación de Corte Suprema de Justicia le dio visto bueno al inicio de un trámite de eliminación del derecho de antejuicio al vicepresidente Guillermo Castillo, y un par de horas después, Alejandro Giammattei se desligó de toda responsabilidad y afirmó apoyar el vicemandatario, sólo para provocar “memes” con el tema de la traición. Paralelamente, las distinguidas magistradas de la CSJ María Eugenia Morales y Delia Marina Dávila, destaparon la verdad: no cocían ni aprobaron el documento. Quedó clara la mano negra del pacto de corruptos, domadores del perruno resto de magistrados, quienes tienen órdenes de lanzarse contra la Corte de Constitucionalidad, para terminar de encerrar en un cerco mafioso a los tres poderes de Estado.

Guillermo Castillo tuvo problemas internos desde el principio porque pronto demostró no pertenecer a los politiqueros corruptos. Su experiencia se reducía a haber participado en la parte del gran sector empresarial aglutinado en el Cacif y ello causó la sospecha de ser hombre de ese grupo. Su accionar sereno pero escaso, muchas veces sacó la pata presidencial. La arrogancia y deseo casi enfermizo de figurar, presentes en el mandatario, provocó un discreto paso atrás, pero como dice el dicho, “de tumba en tumba todo el cementerio se enteró” del inicio y afianzamiento de diferencias entre ambos, ya sea por el fondo de las decisiones o por la forma de hacerlas públicas. Luego, la gran cantidad de fracasos hizo a la población verlo encerrado en jaula de oro.

Sólo se necesita una breve meditación un poco para descubrir la trama, otro ejemplo de acción burda, tosca, grosera. La corte suprema de justicia (así, con minúsculas) aprueba el retiro del antejuicio. El congreso lo hace y juzga al vicepresidente por alguna razón burda porque al compararla con la corrupción común en Guatemala, es obvia la decisión de expulsarlo. Este parlamento elegiría al nuevo vicepresidente, escogido entre el pacto de corruptos, y así o terminaría el sistema legal. Es el primer paso, ya en firme y a las claras del inicio de una tiranía “legal” luego de cambiar la constitución, alargar el período presidencial, permitir la reelección sin límites… Según el gobierno, Castillo “tiene y seguirá teniendo” fe en el sistema de justicia, pero no he visto a él decirlo.

El vicepresidente podría renunciar, pero ello provocaría el alud antes indicado. Debe pedirle apoyo a quienes le pidieron ser candidato y permanecer, a sabiendas del dolor causado por eso a su familia, hoy preocupada con toda razón. Los ciudadanos interesados en contribuir a excluir a la mencionada horda de corruptos y quienes los apoyan abierta o cobardemente. Ello hace tan digna la serena y valiente actitud de las magistradas Morales y Dávila, porque dan la pelea desde adentro, pero es necesario conocer el criterio de instituciones nacionales, sobre todo del sector privado, de la academia, incluso de las iglesias. Este Castillo puede ser defendido lanzándole aceite hirviendo a los invasores, como hace siglos hacían quienes fueron defensores de los castillos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.