LA BUENA NOTICIA

La luz de la verdad

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Una de las imágenes con las que el Nuevo Testamento expresa la conversión a la fe es la del paso de las tinieblas a la luz. La tiniebla es la imagen de la muerte, del mal, de la ignorancia, de la mentira, del sinsentido y de la frustración. La luz expresa las realidades contrarias: vida, bien, conocimiento, verdad, sentido y esperanza. Los relatos que narran cómo Jesús cura a ciegos para que puedan ver no solo lo presentan como benefactor de un minusválido, sino también como aquel que nos lleva a la salvación sacándonos de la tiniebla de la ignorancia de Dios a la luz de la verdad de la fe.

' Jesús lleva de la tiniebla de la ignorancia de Dios a la luz de la verdad de la fe.

Mario Alberto Molina

Los relatos en los que Jesús cura a ciegos son particularmente significativos, pues dan a entender que la fe no es una iluminación interior, sino que implica la percepción de realidades que existen fuera de la mente, y que transmiten sentido y consistencia a quien las percibe. La fe se refiere a realidades como Dios, la creación, Jesucristo y la doctrina en los libros sagrados que tienen consistencia en sí mismas. La fe no es una ficción subjetiva o voluntarista. El subjetivismo contemporáneo, en cambio, considera que la verdad de las cosas depende de lo que pensemos sobre ellas.

Pongo un ejemplo elocuente y actual: en la ideología de género, el sexo corporal de una persona es irrelevante para determinar su identidad. La persona puede tener un cuerpo masculino, pero si se siente interiormente mujer y quiere ser reconocida como mujer, tiene el derecho a ser inscrita civilmente y registrada como mujer. Todavía eso no es posible en Guatemala, pero en otros países, sí. Mientras prevalezcan en la cultura guatemalteca elementos de una cosmovisión y una manera de entender la realidad según la cual la identidad de las cosas está en su naturaleza y no en lo que pensemos sobre esas cosas, la ideología de género no tendrá espacio cultural. Pero en la medida en que comience a prevalecer la persuasión de que la identidad de las cosas se deriva de lo que cada uno piense sobre ellas, entraremos en el mundo del subjetivismo, en el que la verdad dejará de ser una realidad objetiva y universal para convertirse en lo que cada uno crea, en lo que decida la mayoría o, peor aún, quien ostente el poder.

El problema afecta a la Iglesia católica desde dentro. El “sínodo alemán”, una asamblea de obispos y laicos de aquel país, acaba de terminar tras unos tres años de deliberaciones. Se han aprobado determinaciones que permitirían, tras el debido discernimiento, que un transexual, es decir, una mujer que se considera hombre, sea admitido al sacerdocio, ministerio que en la Iglesia católica está reservado para varones. También ha aprobado que se desarrollen ritos para bendecir a parejas que conviven de forma estable, aunque sean del mismo sexo. Estas y otras disposiciones afines a la ideología de género son, por supuesto, contrarias a la fe católica y es increíble que hayan sido aprobadas con menos de diez votos episcopales en contra. Es evidente que la mayoría del episcopado alemán se ha apartado en esos puntos de la fe católica; corresponde a la autoridad competente declararlo. Es posible que en la formación filosófica de los obispos, sacerdotes y teólogos alemanes haya prevalecido el influjo de corrientes subjetivistas que caracterizan el pensamiento contemporáneo.

Cada vez será más urgente que el creyente, sea obispo, sacerdote o laico se pronuncie sobre su propia fe después de estudiar e informarse. Está en juego la verdad de la salvación que predicamos. Para continuar siendo católica, la Iglesia debe mantener la convicción de que la fe es luz que ve la verdad sobre realidades objetivas como Dios, el ser humano, el mundo y la misma revelación bíblica.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.